De la mano de Federico

Lluís Pasqual relata su relación con Federico García Lorca y se nos revela un increíble narrador. Un ensayo exquisito, de una sensibilidad y una fuerza narrativa inusuales.

"Exactamente la misma en el momento en que uno se conquista por vez primera se está enamorando de alguien y del amor al tiempo, García Lorca era para mí "el creador" y la Literatura: el hallazgo de la compañía espiritual y de la aptitud de aventura que encierra un libro. Si bien leía a otros autores, la sensación de extraña proximidad no era exactamente la misma. Quizás por esa proximidad, en algún instante debí sentir que si uno puede seleccionar a sus amigos entre los vivos, asimismo lo puede realizar entre los fallecidos si, como en un caso así, sus expresiones, que contienen sus conmuevas mucho más íntimas, te acompañan y te sirven, en ciertos instantes de la vida, para ofrecerle un nombre a las tuyas. Enamorarse del Federico amigo era bastante simple y, más que nada, arriesgado. Me he enamorado de otros escritores pero, en ciertos casos, transcurrido el tiempo llegó el desamor, les he dejado yo o me han descuidado ellos. La fascinación que desde el primer instante sentí —y prosigo sintiendo— por la escritura de García Lorca me afirmaba que Federico podía acompañarme al menos un largo espacio de mi vida, nutriendo a lo largo de bastante tiempo la cálida sensación de fraternidad que me generaba su lectura: amor de hermano. Ahí se encontraba. Esto iba a ser, mi hermano. Y puestos a soliciar, mi gemelo. Un espéculo al que poder mirarme, un reflejo con apariencia de cobijo, considerablemente más sabio que yo por el hecho de ser poeta, y cuyos pensamientos y conmuevas se parecían a los míos, o mucho más bien los míos hallaban su libre expresión en la forma de qué forma él los contaba."