Los dones de la vejez: Despertar cuando te haces mayor

Envejecer y el hecho de fallecer son temas que nos resistimos a examinar salvo de manera superficial. Muchas veces los sostenemos a determinada distancia, los ocultamos o los observamos de alguna forma mucho más relacionados con el futuro del resto. La realidad —a la que varios de nosotros preferiríamos resistirnos— es que envejecer, si vivimos lo bastante, como el hecho de fallecer son puntos inherentes, ineludibles de toda vida humana. La energía encargada de soportar esta verdad puede sostenernos recluídos en una experiencia de vida limitada, una experiencia clausurada a la fácil alegría de estar aquí en este momento.

Existen muchos métodos de enfrentar nuestra senectud. Los dones de la vejez es para esos que han sentido durante su historia el deseo de despertar para vivir con psiques mucho más sanas, afables y pacíficas, en una profunda conexión con lo sagrado. La autora una parte de la visión de que con ciertos horizontes externos cerrándose conforme envejecemos, haríamos bien en admitir los horizontes internos que siempre y en todo momento estuvieron dentro, libres para nosotros, pero que no tuvimos el tiempo de explorarlos en hondura mientras que estábamos metidos en el ajetreo de nuestras vidas. Envejecer puede brindarnos el tiempo para reorientarnos hacia la vida interior, un cobijo interminablemente mucho más confiable que cualquier cosa que el planeta logre prestar.