Jardin Umbrio

Era mi abuela una doncella viejísima que se llamaba Micaela la Galana: Murió siendo yo todavía niño: Recuerdo que pasaba las horas hilando en el hueco de una ventana, y que sabia muchas historias de beatos, de ánimas en pena, de duendes y de ladrones. En este momento yo cuento las que ella me contaba, mientras que sus dedos arrugados daban vueltas al huso. Aquellas historias
de un secreto candoroso y trágico, me atemorizaron a la noche a lo largo de los años de mi niñez y de ahí que no las he olvidado. De tiempo en tiempo todavía se levantan en mi memoria, y tal y como si un viento discreto y frío pasara sobre ellas, tienen el largo
murmullo de las hojas secas.