INTERSECCIONES

- ¿Me vas a contar quién era el otro?
Me dí la vuelta despacio, escudriñé a aquel hombre bajo, ancho de hombros, de barba clausurada y sonrisa irregular. El Tinos se hacía mucho más imbécil de lo que era de todos modos.
Podría haber llegado lejos el Tinos…
Pero está atrapado en tu circunferencia. Es un puntito, recuerda.
- Soy exactamente el mismo del híper… NO hay otro. ¿De qué forma sabe mi nombre?
- Mira, Fulgen, prácticamente engañas al mundo entero. Pero no al Tinos. A mí no me la diste. Lo que no comprendo es por qué razón has vuelto a manifestarse. Ahora sabía de más que el de antes eras tú. ¿Me vas a contar quién era el fiambre?
- ¿Qué fiambre?
El Tinos resoplaba con la visión en el techo…
Y yo, que no comprendía nada de nada.
Tío, perdido totalmente.
- Bueno… A lo destacado mañana, tras unos cartones, te vuelves mucho más hablador.


¿Qué pasaría si, de repente, eres otra persona? Fulgencio te cuenta la narración de de qué manera, desde un acercamiento casual en el híper con un irreconocible, su ambiente cambia de repente. Su historia se convirtió en la de un indigente al que la policía culpa de la desaparición de otro vagabundo, y una sin techo desdentada semeja ser íntima suya. Desde ese instante, el personaje principal debe lidiar con 2 inconvenientes: recobrar su historia y saber qué pasó en el delito que se le atribuye.
Una trama ágil y entretenida ambientada en los terrenos que nos son mucho más rutinarios para disparar, con humor y enorme acierto, el dardo de la sospecha sobre lo mucho más sagrado que tiene el hombre contemporáneo: su cómoda y también incuestionable identidad.