Informes. Discursos. (Biblioteca Clásica Gredos nº 315)

El senador y prefecto Símaco fue el último enorme orador de roma en la tradición tradicional.
Quinto Aurelio Símaco (h. 340-h. 402 d.C.) fue, aparte de prefecto de Roma, un señalado orador y prosista. Perteneció a entre las mucho más selectas familias senatoriales romanas, que tenía enormes territorios en África, Numidia, Sicilia y el sur de Italia. Se puso un par de veces del bando de un emperador usurpador: Máximo en el 383 y Eugenio en el 392-4. En las dos oportunidades logró congraciarse con Teodosio tras la derrota y muerte del contrincante (Teodosio precisaba su acompañamiento, ya que era entre las cabezas perceptibles de la clase senatorial). Símaco era pagano, y es una ironía de la historia que fuera él quien recomendara a san Agustín para el puesto de instructor de oratoria en Milán.
Los Reportes están extraídos del libro décimo de su correo. El mucho más popular de ellos es el que, en su calidad de prefecto, dirigió al emperador Valentiniano II, en el que protege las viejas instituciones religiosas en oposición al apogeo del cristianismo. Le insta a devolver al edificio del Senado el Altar de la Victoria, símbolo de la excelencia de Roma donde los miembros del senado ofrecían incienso al comienzo de las sesiones desde tiempos de Augusto, y que Constantino II y Graciano habían ordenado sacar por considerarlo una ofensa al cristianismo. El popular informe de Símaco es una balanceada solicitud de tolerancia religiosa para eludir una uniformidad impuesta y de respeto por las tradiciones del pasado.
En lo que se refiere a los alegatos, Símaco fue considerado entre los enormes oradores de su tiempo. Se admiraba su erudición y su atención a los tradicionales de la literatura romana. De los ocho alegatos suyos que preservamos en estado fragmentario, 2 son panegíricos liderados a Valentiniano, uno al hijo de este y coemperador Graciano, 2 alegatos pronunciados en el Senado (proclaman el alivio de este órgano frente al nuevo acercamiento político entre el Senado y el emperador) y otros tres en el Senado representando a particulares. Por su correo y por otras referencias entendemos de otros muchos alegatos pronunciados por Símaco y quizás reunidos en edición completa que no se preservan.