La hora violeta

La hora violeta es una historia amorosa: la de un padre por su hijo.

Novela premiada con el Premio Tigre Juan y el Premio Ojo Crítico de Narrativa entre otros muchos.

Entre las oraciones que mucho más oye un padre tras la desaparición de su hijo es «No tengo expresiones». Todo el planeta se queda sin expresiones de consuelo en un instante en que los sitios recurrentes suenan a insulto. Pero Sergio del Molino sí tenía expresiones. En verdad, solo tenía expresiones, las que forman esta historia amorosa llamada La hora violeta. Este libro cuenta un año de la vida de su hijo Pablo, desde el momento en que fue diagnosticado de un extraño y grave género de leucemia hasta su muerte.

La hora violeta no es únicamente una apasionada carta de amor de un padre a su hijo, sino más bien asimismo la crónica de una búsqueda: la de un término para referirse a los «progenitores huérfanos». Hay tan escasas expresiones de consuelo libres que el idioma se ha olvidado aun de reservar un substantivo para todos los que ven fallecer a sus hijos. Del Molino expresa sin medias tintas la frustración y la angustia de un padre sin incidir en especificaciones sensacionalistas del padecimiento de su hijo. El resultado son unas apasionantes memorias que trascienden la desaparición del niño al que están dedicadas.

Opiniones:
«Poderoso, torrencial, sin más ni más límites que los de la imaginación.»
Ignacio Martínez de Pisón

«Un escritor agudo y agridulce, mordaz y muy elegante, contemporáneo y abisal.»
Mariano García, Heraldo de Aragón

«Entre las oraciones puede escucharse una música que confunde a W.G. Sebald con los historiadores grecolatinos, un ritmo que fluctúa entre la audacia de los cronistas y la inventiva de los fabuladores.»
Hilario J. Rodríguez, ABC

«Sergio del Molino convirtió el padecimiento en un artículo de altura que pone en lona de juicio todos y cada uno de los tópicos y metáforas que acostumbramos a conducir en el momento de charlar del cáncer, pero no que muestra ninguno de los síntomas de esa otra patología que muchos estragos está ocasionando en la literatura moderna: la sensiblería. El creador pone el corazón encima de la mesa desde el primer instante, siendo tierno en el momento en que las situaciones lo necesitan y descarnado en el momento en que la situación lo pide, y también impactando en el alma del lector gracias, única y de forma exclusiva, a la franqueza que destilan sus expresiones.»
Álvaro Colomer, Micro-gaceta

«La literatura del mal se enriquece claramente desde este libro.»
Ricardo Senabre, El Planeta