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Desde el momento en que la península Ibérica fue devastada por la nefasta peste negra en la época del XIV hasta el horrible contagio de gripe de 1919, la sociedad de españa se vió expuesta durante los siglos a la visita cíclica de violentas patologías epidémicas que fueron dezmando de manera trágica y reiterada su población. El hallazgo y posterior colonización del conjunto de naciones americano favorecerían, desde principios del siglo XVI y mediante los intercambios humanos y comerciales, los viajes de ida y vuelta de nuevos agentes patógenos que afectarían la presencia tanto de las ciudades indígenas como la de los pobladores de la metrópolis colonial durante las próximas décadas y centurias.
A pesar de que los adelantos médicos del siglo XIX dejaron conocer la naturaleza biológica del grupo de estas anomalías de la salud, anteriormente fue recurrente que se recurriese a explicarlas por su supuesta naturaleza divina, como los castigos mandados por un Dios airado frente a los errores de los hombres. Por eso la historia popular de las epidemias haya de ser estudiada hoy en dia comprendiendo no solo la verdad demográfica de sus efectos, sino más bien el grupo de opiniones religiosas y médicas con los que la sociedad de cada tiempo intentó de asumirlos por medio de cualquier clase de medios: desde las primeras medidas administrativas que los poderes públicos del Renacimiento dictan en temas de salubridad pública y aislamiento de enfermos y mercancías, hasta las rogativas y procesiones que religiosos y fieles efectuaban suplicando la clemencia divina.
El instructor José Luis Betrán nos alumbra los caminos de un país en su pelea infatigable por la salud y examina de qué forma la patología y las opiniones dominaron desde hace tiempo los avatares de la vida y la desaparición en España.
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