Gratitud (Argumentos nº 494)

En el mes de febrero de 2015, Oliver Sacks recibió la novedad de que el melanoma que le habían diagnosticado en el ojo diez años antes había hecho me- tástasis y en este momento le afectaba al hígado. Tenía que ver con un género de cáncer con muy escasas opciones de régimen, y los médicos le predijeron que no le quedaban mucho más de seis meses de vida. A los pocos días escribió el ensayo «De mi vida», en el que expresaba su inmenso sentimiento de gratitud por haber tenido una vida plena tanto en el chato escencial como en el intelectual. Poco mucho más de un año antes, había completado su emocionante autobiografía En movimiento. Los 4 ensayos que forman este volumen conforman una especide de coda a ese libro, una visión panorámica de la vida desde la perspectiva de alguien que enfrenta la desaparición con aceptación pero sin abandonar su deseo de «fallecer al pie del cañón». En el primero de ellos, «Mercurio», nos charla de las «exquisiteces de la vejez», de ese punto en el que uno es siendo consciente de la fugacidad de la vida, de la hermosura, y con ochenta años es con la capacidad de tener una visión de grupo del fragmento de historia que le ha correspondido. En «De mi vida», con una lucidez y una tranquilidad envidiables, hace cómputo de una vida que frecuentemente fué bien difícil pero que tuvo varias recompensas: la mayor de ellas, el privilegio y la aventura de vivir. En «Mi tabla periódica», Sacks evoca su afición a las ciencias físicas y a los elementos de la tabla periódica, que fué coleccionando durante los años y que simbolizan la energía que todavía le sosten. Y en «Sabbat», para finalizar, recopila su dificultosa relación con la religión de sus progenitores, el judaísmo, hasta el momento en que se reconcilia con la «paz del sabbat, de ese planeta detenido, de ese tiempo fuera del tiempo». Lo que en último término nos lega Oliver Sacks en estas páginas es la gratitud del título: a la vida, a sus conocidos cercanos, y a nosotros, los que leen, con quienes durante mucho más de tres décadas mantuvo ese diálogo tan particular solo alcanzable a los enormes escritores.