Genética y estalinismo

El tema de la herencia de los letras y números comprados es una cuestión recurrente, que brota periódicamente en biología evolutiva. Nos encontramos exactamente en uno de esos instantes, gracias a las formulaciones epigenéticas.

En la Unión Soviética, a lo largo del periodo estalinista, la asunción de tal género de herencia se transformó en ideología de estado, impuesta merced a la superchería fraguada por una pléyade de teóricos científicos que, con la benevolencia de la autocracia, se transformaron en árbitros, pese a su incompetencia y también ignorancia. Trofim Lysenko es su integrante mucho más popular, pero de todos modos se trató de un extenso conjunto, que logró imponerse, poniendo a su servicio los mecanismos de opresión de esa etapa histórica para enmudecer, o aun remover, a sus contrincantes, ahora fuera en el campo de la genética o de otras disciplinas científicas. Los razonamientos en los que se fundamentaban sus supuestas teorías nos tienen la posibilidad de parecer en este momento risibles, o aun absurdos, pero con la pretendida “novedosa biología” se triunfaron la seguridad de Stalin, ofreciéndole una supuesta salida para solucionar las aciagas secuelas de la colectivización agraria, a partir de esconder descalabros y falsificar desenlaces. Al fin y al cabo, una conjunción entre una dictadura sanguinaria y el oportunismo de lo que puede aun calificarse como asociación de criminales, proyectada bastante alén de las fronteras de la URSS y que, a raíz del apogeo de los fascismos, primero, y de la Guerra Fría, después, logró mentir a varios científicos progresistas, traicionando su buena fe.