La fuerza de existir: Manifiesto hedonista (Argumentos nº 374)

Onfray es el académico que sale a la calle para mencionarle al planeta: la historia del pensamiento que les contaron es solo la mucho más favorable a la tranquilidad de los poderosos. Al idealismo de Platón, de los Progenitores de la Iglesia y de Kant se enfrenta otra línea que no ve el cuerpo y el exitación como un obstáculo para el saber, sino más bien todo lo opuesto. En el primer capítulo, el pensador se muestra en carne viva: «Fallecí a la edad de diez años...» Es el instante en que ingresa en el orfanato. Los tormentos de esos años detallan de qué forma el cuerpo del pensador es la matriz y la materia de que están fabricadas las ideas. Nietzsche es la figura tutelar de esta contrafilosofía, pero asimismo Montaigne, Pascal, e inclusive Descartes. En ámbas expresiones que tienen dentro el subtítulo de esta obra, Manifiesto hedonista, está el software de la tarea que Onfray viene haciendo. «Manifiesto» por su capacidad política y «hedonista» por su reivindicación del potencial liberador del exitación y de la necesidad de romper con la tradición que nos hizo opinar que el planeta material no cabe en el cielo de las ideas.