NO FUE JÚPITER EL QUE ARRANCÓ EL MEDALLÓN: BENEDICTO PALACIOS

Un medallón de la plaza de Salamanca fué arrancado. Eran los principios del año 1970. La policía armada y la popular no se andaban con contemplaciones. Enrique vivió esa temporada de estudiante en la facultad y conoció el cariño: Águeda. Diferentes avatares le fuerzan cambiar Salamanca por La capital de españa. El hurto del medallón pasa a segundo término, pero en la riberas del río Tormes había encontrado una novela manuscrita. El creador anónimo es hilo que le vincula con Salamanca, con la pensión donde vivió y con su pasado inmediato. Los años de La capital española y la participación en política vienen a ser la causa de una crisis que acabará con su amor y lo que es peor, con su sentido de la vida y de sí. Hasta se casa con la mujer que no quiere.
Cansado de su vivir extraño, solo le queda regresar. Se lo ha pedido una voz anónima.
Como no se atreve a ser él mismo el personaje principal de su pasado, ocupa esta labor a un cronista. Son tres horas de autobús hasta su casa y su pueblo. Es la narración de una vida que no suma mucho más que desilusión y desengaños, pero es la suya. Nuevamente en su casa, halla la curación que había esperado. Han fallecido sus progenitores, pero su madre se ha solicitado de almacenar sus recuerdos de niño y joven y 2 cartas. Cartas que le reconciliarán con su pasado, con otros individuos y con la mujer querida.