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Una sección esencial de nuestras elites intelectuales y políticas mucho más reputadas cree que España no solo tiene una historia catastrófica de la que hay que abochornarse, sino más bien un núcleo profundo
(castizo) que es éticamente inferior al de otros países de su ambiente.
Si en Imperiofobia y historia de historia legendaria negra María Elvira Roca Barea explicaba qué género de fenómeno histórico era la historia de historia legendaria negra y de qué forma y por qué razón había surgido, la meta primordial de Fracasología es mostrar las causas por las que los tópicos de la hispanofobia se aceptaron en este país y se afianzaron transcurrido un tiempo.
Desde el siglo XVIII se asocian a la iniciativa de España conceptos como caída, fracaso, anomalía, excepcionalidad… y empieza una relación problemática de parte importante de las elites españolas con su país, que acaba con las guerras napoleónicas y todavía pervive. Estas ideas hispanófobas se alargan asimismo por Hispanoamérica y van a tener bastante que ver con la debilidad de los Estados que brotan de la disolución del Imperio español, y la cadena de resentimiento que produjo y crea.
Nada ha podido realizar el patriotismo liberal del siglo XIX por desterrar las ideas negativas sobre España, y la generación del 98 acentuó el sentimiento de fracaso y lo llevó al paroxismo.
Las clases rectoras españolas tienen, generalmente, poco sentido de compromiso hacia España y una falta de seguridad desoladora. Las tendencias centrífugas que hay en el país se nutren de esta negatividad, que desgasta al Estado y crea un bucle de sístoles y diástoles que resucita constantemente.
(castizo) que es éticamente inferior al de otros países de su ambiente.
Si en Imperiofobia y historia de historia legendaria negra María Elvira Roca Barea explicaba qué género de fenómeno histórico era la historia de historia legendaria negra y de qué forma y por qué razón había surgido, la meta primordial de Fracasología es mostrar las causas por las que los tópicos de la hispanofobia se aceptaron en este país y se afianzaron transcurrido un tiempo.
Desde el siglo XVIII se asocian a la iniciativa de España conceptos como caída, fracaso, anomalía, excepcionalidad… y empieza una relación problemática de parte importante de las elites españolas con su país, que acaba con las guerras napoleónicas y todavía pervive. Estas ideas hispanófobas se alargan asimismo por Hispanoamérica y van a tener bastante que ver con la debilidad de los Estados que brotan de la disolución del Imperio español, y la cadena de resentimiento que produjo y crea.
Nada ha podido realizar el patriotismo liberal del siglo XIX por desterrar las ideas negativas sobre España, y la generación del 98 acentuó el sentimiento de fracaso y lo llevó al paroxismo.
Las clases rectoras españolas tienen, generalmente, poco sentido de compromiso hacia España y una falta de seguridad desoladora. Las tendencias centrífugas que hay en el país se nutren de esta negatividad, que desgasta al Estado y crea un bucle de sístoles y diástoles que resucita constantemente.
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