Formación del hombre (Serie Montessori nº 3)

El niño tiene el impulso natural de medrar y perfeccionarse por si acaso mismo. Por ende, educar es asesorar el avance de la vida del hombre y del medioambiente que lo circunda. La iniciativa pedagógica de María Montessori mantiene que el desarrollo de desarrollo, maduración individualización y el resultado del avance de las potencialidades humanas, tienen que amoldarse al avance del patrón especifico de la clase humana. El hombre se hace un humano viviendo entre humanos. Esto no puede adquirirse sin la asistencia de los mayores, la que solo puede conseguirse si el adulto ve con mucho más respeto el ahínco del niño por crearse a si mismo y asimila el cariño como la fuerza que une su relación con él. No obstante, no es el adulto quien debe fijar el sendero que debe de continuar el ahínco del niño, “solo la naturaleza, que ha predeterminado unas leyes ciertas y que ha fijado ciertas pretensiones del hombre en vías de avance, puede dictar el procedimiento educativo exacto, consistente en agradar las pretensiones y las leyes de la vida”.