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Como mantiene Edward Bach, ser terapeuta –en cualquier rama– es una vocación, y los terapeutas, mucho más que escoger, son seleccionados para esta labor. Pero asimismo se necesita una alguna preparación para el trabajo. Los talentos son dones recibidos, mas no alcanzan a ser herramienta bastante si no van acompañados por el cultivo de las capacidades y valores propios, en un caso así del campo terapéutico floral, y de una práctica que jamás es sobrada.
Este libro refleja el trabajo creado por el creador en torno de la experiencia clínica con esencias florales durante prácticamente 40 años.
Con indudable método didáctico, se muestra en tres partes. La primera está destinada a la doctrina diagnóstica, la segunda a la prescriptiva, y en la tercera se incluye un grupo de distintos escritos sobre clínica y terapéutica, que se refieren a conceptos muy precisos a estimar en el régimen con esencias florales.
Los instrumentos de los que se vale el terapeuta para realizar su tarea son los antídotos florales. Los antídotos curan, pero es la relación la que sana por medio de ellos. Bastante gente tienen la capacidad de prescribirlos después de un entrenamiento conveniente, pero no todas y cada una están dispuestas para ser terapeutas. Ser oficiante demanda comprender el trabajo, y el trabajo del terapeuta floral no se disminuye a sanar, sino más bien consistente en sanar, ser facilitador del plan de la evolución.
Este libro refleja el trabajo creado por el creador en torno de la experiencia clínica con esencias florales durante prácticamente 40 años.
Con indudable método didáctico, se muestra en tres partes. La primera está destinada a la doctrina diagnóstica, la segunda a la prescriptiva, y en la tercera se incluye un grupo de distintos escritos sobre clínica y terapéutica, que se refieren a conceptos muy precisos a estimar en el régimen con esencias florales.
Los instrumentos de los que se vale el terapeuta para realizar su tarea son los antídotos florales. Los antídotos curan, pero es la relación la que sana por medio de ellos. Bastante gente tienen la capacidad de prescribirlos después de un entrenamiento conveniente, pero no todas y cada una están dispuestas para ser terapeutas. Ser oficiante demanda comprender el trabajo, y el trabajo del terapeuta floral no se disminuye a sanar, sino más bien consistente en sanar, ser facilitador del plan de la evolución.
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