La firma de todas las cosas

Todas y cada una de las cosas tienen la posibilidad de clasificarse y etiquetarse, salvo un espíritu aventurero.
Una extraordinaria novela de la autora de Come, reza, quiere.

5 de enero de 1800
En los comienzos de un nuevo siglo, en un invierno propio de Filadelfia, nace Alma Whittaker. Su padre, Henry Whittaker, es un explorador botánico osado y atractivo cuya vasta fortuna esconde unos orígenes humildes: empezó de pilluelo en los jardines Kew de Sir Joseph Banks y de grumete dentro del Resolution del capitán Cook. La madre de Alma, una rigurosa de holanda de buena familia, sabe tanto de botánica como cualquier hombre.

Pequeña sin dependencia, con una sed de entendimientos insaciable, Alma no tarda en adentrarse en el planeta de las plantas y de la ciencia. Sin embargo, conforme el meticuloso estudio de los musgos la acerca mucho más y mucho más a los secretos de la evolución, el hombre al que quiere la arrastra en la dirección opuesta: al planeta de lo espiritual, lo divino y lo mágico. Ella es una científica de cabeza despejada