La experiencia como argumento. Clasicismo y posmodernidad (Filosofía. Hermeneia nº 25)

Por su configuración filogenética y por el hecho de que el hombre no se articula de novedosa planta en todos y cada temporada, tenemos la posibilidad de charlar de determinados universales antropológicos, subsistentes a las metamorfosis de la sucesión biográfica y a la rejuvenecida aparición de sus maneras de meditar. El hilo conductor de la dialéctica entre su permanencia y sus mutaciones es la serie no inventariable, pero verdaderamente observable, de las vivencias socias al llevar a cabo, al servir, al poder, al sentir, en resumen, al vivir y al convivir, que retoñan con resonancias actualizadas. Su incesante devenir justifica la tentativa de explorarlas y también interpretarlas, de nuevo, con el bagaje intelectual del que el día de hoy disponemos.