La estela de Lidia: Y la amistad

En un espacio de Extremadura…
Mi pueblo semeja una nube olvidada del cielo. Es como un pequeño oasis, pero sin palmeras, ni agua, ni desierto, solo un extendido y solitario paisaje serpenteado de encinas, olivos y toros. Su blancura en medio de una Extremadura descoloca a los pasajeros.
Mi padre es un vaquero, ¡de esta manera!, como lo oís, un vaquero de los enserio, de esos que llevan un chaleco de cuero cobrizo y un caballo entre las piernas, de esos que se ponen el sombrero bien calado y levemente ladeado, de esos que fuman siempre y en todo momento de manera equilibrada.
Mi mejor amigo es un toro, sí, sí, habéis oído bien, un toro de lidia muy, negrísimo, y muy, muy grande. Un toro que tiene por nombre Copito. ¿Te lo imaginas?, ¿a cuántos mejores amigos conocéis que tengan enormes cuernos?
Y yo, en resumen, yo llevo por nombre Lydia, Lydia con y griega, como a mi madre le agrada llamarme, si bien yo me resista en todo momento.
Y esta es mi historia, nuestra historia, La estela de Lidia.