Empezar de nuevo: Vivir después de un ictus

En el momento en que cerramos los ojos durante la noche comentan que es en el momento en que mucho más pensamos en nuestra vida. Me vienen a la cabeza los segundos anteriores al ictus de Silvia, en el momento en que su cuerpo y su cabeza se desvanecieron, en el momento en que sus anhelos, sus luchas y sus sueños daba la sensación de que podían disolverse como un terrón de azúcar. Pero Silvia tenía un pacto no escrito con la vida y salió adelante. Tan fuerte era el pacto que su cuerpo, ahora en coma, resistió a fin de que naciese su hija Nayeli. El psiquiatra y neurólogo Viktor Frankl, tras pasar tres años en un campo de concentración nazi, llegó a redactar que llegamos a ser persona en la medida en que somos capaces de olvidarnos de nosotros, entregándonos a una causa para ser útil o a un individuo a la que querer. La causa de Silvia era su hija. Y vivió. Vivieron. Y todavía lo hacen, con mucho más fuerza que jamás.

Conocí en lo personal a Silvia el 2015, pero ahora habíamos intercambiado antes algún mensaje. No deseo caer en ningún tópico, pero me hallé con una mujer fuerte, valeroso y con muchas ganas de vivir. Y de comunicar con otra gente, de ofrecer acompañamiento, de editar golpes duros en desafíos. Hemos coincidido en múltiples oportunidades y hasta hemos desfilado juntos en un acto solidario. En este momento que soy padre repiquetean en mi con mucho más fuerza las expresiones de Silvia en el momento en que me contaba de qué manera despertó del coma y no recordaba haber tenido una hija a la que, además de esto, no ha podido prácticamente ni tener en brazos en el transcurso de un año.

Admiro la fuerza de Silvia y el trabajo que realiza con su labor de psicoterapia sensible con un conjunto de acompañamiento. Un acompañamiento abierto, plural y dirigido a quien piensa que lo precisa, sencillamente para comunicar y para trabajar desde las conmuevas.

Le chifla la multitud, su familia y colorear mandalas hipnóticos de mil colores. Y, lo inmejorable, es que le chifla la vida. Cada día lo revela. Cada día Silvia chilla y escucha, es fuerte y es frágil, aprende a prescindir del mal y a comprender el del resto personas. Cada día espanta monstruos y redacta líneas hermosas en el libro de la vida. Como las de este libro.

Jordi Ballart i Pastor

Alcalde de Terrassa