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Cada vez con una mayor frecuencia se escucha charlar del Yunque como de un conjunto de ultraderecha, refiriéndose particularmente a las ocupaciones de alguno de sus integrantes, como Ignacio Arsuaga, o a la asociación que encabeza, Conviértete en Oír.
En su doble condición de historiador y periodista, Santiago Aniquila ha investigado a lo largo de años el origen y ocupaciones de esta sociedad segrega en España. En este momento condensa su investigación en un libro y nos pone frente a la opción alternativa de ser presentes de un escándalo de graves secuelas o inhabilitar esa bomba de relojería. Un relato que no debería dejar a absolutamente nadie indiferente.
El Yunque en España incluye el próximo prólogo del sacerdote D. Luis Santamaría del Río, especialista en sectas y asesor de la Charla Episcopal De españa (CEE).
Hace unos años comenzamos a recibir en la secretaría para España de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), que atiendo yo, una secuencia de mensajes de correo pidiendo información sobre un conjunto llamado El Yunque. En entre los primeros, recibido en la época del año 2009, se nos preguntaba de manera directa: “¿Es el Yunque una secta, una sociedad segrega, o sencillamente un lobby?”. Una búsqueda fácil por medio de Internet no dejaba las cosas nada visibles, pues había bastante material anunciado, pero no se sabía realmente bien si las conexiones españolas apuntadas en ciertos sitios eran algunas o, por contra, aclaraciones publicadas para intoxicar o llevar a cabo daño a instituciones y personas con una ideología y una militancia muy marcadas.
Poco tiempo después el tema se complicó, puesto que los primeros enormes documentales publicados por la prensa de españa –en papel y digital– parecían tener una clara intencionalidad anticatólica y enseñar a la Iglesia como una institución a la que se le llenaba la boca alardeando de ser útil a los jóvenes tanto con su pastoral ordinaria como con el enorme acontecimiento de la Día Mundial de la Juventud en La capital de españa... mientras que, por otra parte, no los cuidaba verdaderamente al dejar que fuesen captados por una sociedad segrega interna que discurría por los vericuetos mucho más conservadores de la feligresía. Las cosas proseguían sin establecerme visibles, dado lo bien difícil de discernir la realidad de lo escrito, la confiabilidad de las fuentes, la intencionalidad de lo que se dijo. Algo que pasa frecuentemente en el planeta de las sectas, del esoterismo y de las sociedades segregas, en el que cada vez me marcho moviendo mucho más.
Y llegó el tercer instante de la historia, el definitivo para mí. Empecé a recibir visitas de personas que o habían popular El Yunque por la parte interior, o eran víctimas de su acción, en distintas formas (familias tocadas por ese movimiento, activistas que habían sufrido en carne propia su parasitismo asociacionista, etcétera.). El goteo de asambleas y diálogos con gente que no se conocía entre sí y que procedía de distintas sensibilidades eclesiales me logró conocer, prontísimo, que estábamos frente algo serio, realmente serio. Testimonios, papeles... que me recordaron bastante al desempeño de adentro, a los métodos de captación y a las tácticas de infiltración de ciertas sectas.
Si bien no estamos frente a una secta, sino más bien frente algo peor. De esta forma se lo he dicho desde ese momento a todo el que que me ha preguntado por El Yunque, públicamente o en privado. Con determinada prudencia que no ha eludido que varias personas se hayan acercado a mí pidiendo información y, tras recibirla, hayan efectuado el informe preceptivo a sus superiores jerárquicos en esa sociedad segrega anticristiana. No es algo que suponga, sino lo sé. Un peligro del que me advirtieron los que me asistieron a saber El Yunque, pero que acepté de manera consciente, prefiriéndolo antes que dejar de contar la realidad a alguien mientras que aún era viable.
Desde ese momento he sobre aviso a obispos e inclusive a la Santa Sede, entregando documentación bastante importante. He afirmado, sin miedo a confundirme, que hablamos de uno de los más importantes inconvenientes de la Iglesia en España...
En su doble condición de historiador y periodista, Santiago Aniquila ha investigado a lo largo de años el origen y ocupaciones de esta sociedad segrega en España. En este momento condensa su investigación en un libro y nos pone frente a la opción alternativa de ser presentes de un escándalo de graves secuelas o inhabilitar esa bomba de relojería. Un relato que no debería dejar a absolutamente nadie indiferente.
El Yunque en España incluye el próximo prólogo del sacerdote D. Luis Santamaría del Río, especialista en sectas y asesor de la Charla Episcopal De españa (CEE).
Hace unos años comenzamos a recibir en la secretaría para España de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), que atiendo yo, una secuencia de mensajes de correo pidiendo información sobre un conjunto llamado El Yunque. En entre los primeros, recibido en la época del año 2009, se nos preguntaba de manera directa: “¿Es el Yunque una secta, una sociedad segrega, o sencillamente un lobby?”. Una búsqueda fácil por medio de Internet no dejaba las cosas nada visibles, pues había bastante material anunciado, pero no se sabía realmente bien si las conexiones españolas apuntadas en ciertos sitios eran algunas o, por contra, aclaraciones publicadas para intoxicar o llevar a cabo daño a instituciones y personas con una ideología y una militancia muy marcadas.
Poco tiempo después el tema se complicó, puesto que los primeros enormes documentales publicados por la prensa de españa –en papel y digital– parecían tener una clara intencionalidad anticatólica y enseñar a la Iglesia como una institución a la que se le llenaba la boca alardeando de ser útil a los jóvenes tanto con su pastoral ordinaria como con el enorme acontecimiento de la Día Mundial de la Juventud en La capital de españa... mientras que, por otra parte, no los cuidaba verdaderamente al dejar que fuesen captados por una sociedad segrega interna que discurría por los vericuetos mucho más conservadores de la feligresía. Las cosas proseguían sin establecerme visibles, dado lo bien difícil de discernir la realidad de lo escrito, la confiabilidad de las fuentes, la intencionalidad de lo que se dijo. Algo que pasa frecuentemente en el planeta de las sectas, del esoterismo y de las sociedades segregas, en el que cada vez me marcho moviendo mucho más.
Y llegó el tercer instante de la historia, el definitivo para mí. Empecé a recibir visitas de personas que o habían popular El Yunque por la parte interior, o eran víctimas de su acción, en distintas formas (familias tocadas por ese movimiento, activistas que habían sufrido en carne propia su parasitismo asociacionista, etcétera.). El goteo de asambleas y diálogos con gente que no se conocía entre sí y que procedía de distintas sensibilidades eclesiales me logró conocer, prontísimo, que estábamos frente algo serio, realmente serio. Testimonios, papeles... que me recordaron bastante al desempeño de adentro, a los métodos de captación y a las tácticas de infiltración de ciertas sectas.
Si bien no estamos frente a una secta, sino más bien frente algo peor. De esta forma se lo he dicho desde ese momento a todo el que que me ha preguntado por El Yunque, públicamente o en privado. Con determinada prudencia que no ha eludido que varias personas se hayan acercado a mí pidiendo información y, tras recibirla, hayan efectuado el informe preceptivo a sus superiores jerárquicos en esa sociedad segrega anticristiana. No es algo que suponga, sino lo sé. Un peligro del que me advirtieron los que me asistieron a saber El Yunque, pero que acepté de manera consciente, prefiriéndolo antes que dejar de contar la realidad a alguien mientras que aún era viable.
Desde ese momento he sobre aviso a obispos e inclusive a la Santa Sede, entregando documentación bastante importante. He afirmado, sin miedo a confundirme, que hablamos de uno de los más importantes inconvenientes de la Iglesia en España...
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