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Llevo por nombre Trénoke Van Heusen. Soy holandés, no tengo residencia ni ocupación fija y me gano la vida como puedo desde el momento en que tengo diez y seis años. O explicado de otra forma: No tuve nada de esto hasta el momento en que rescaté a Lóbaroth de las garras de aquel pájaro monstruoso. Hasta el momento en que me contó, en las 4 noches en que nos transportamos juntos por el desierto, la historia impactante y impresionante de su pueblo, los Akenz, ocultos desde hace tiempo en un macizo africano próximo a la vieja Nubia, el día de hoy Eritrea.
Y de las Alaangs, las estatuillas clarividentes. Él era, como me repitió múltiples ocasiones, el Último, el Portador.
¿Y esto de qué me va?, afirmarás.
Bueno, si te planteas unos cuantos cuestiones del tipo ¿y si todo cuanto pasa no fuese tan casual como semeja? ¿y si las crecidas de agua, el cambio climático, las crisis financieras, las guerras por agua, la expulsión de inmigrantes obedeciese a los designios de algo que no conseguimos imaginar? ¿y si todo lo mencionado estuviese considerablemente más conectado que lo que aparenta?
Si supieses del Ogzú, como yo, conocerías las respuestas. Ese ente amorfo, incorpóreo, que habita ya hace una cantidad enorme de años en las profundidades de la tierra, que viene reuniendo sus hilachas desperdigadas para llegar a tener el poder prácticamente sin limites que tiene en este momento… Si supieses todo eso no dormirías como el día de hoy. Estoy seguro.
Yo te lo voy a contar todo.
De la pelea de siglos entre el Ogzú y los Akenz, de de qué manera el ente es con la capacidad de regresar al pasado, de cambiar la historia, de realizar fracasar a los socios en Normandía. De la misión de Lóbaroth, que a los veinte años debe recobrar las Alaangs y devolverlas a su pueblo.
Todo lo mencionado pasó hace pocos años, pero cambió mi vida para toda la vida. Y puede cambiar la tuya. Y la de considerablemente más, si bien no se enteren.
Piensa si enserio deseas escucharme.
Entonces no va a haber vuelta atrás.
Y de las Alaangs, las estatuillas clarividentes. Él era, como me repitió múltiples ocasiones, el Último, el Portador.
¿Y esto de qué me va?, afirmarás.
Bueno, si te planteas unos cuantos cuestiones del tipo ¿y si todo cuanto pasa no fuese tan casual como semeja? ¿y si las crecidas de agua, el cambio climático, las crisis financieras, las guerras por agua, la expulsión de inmigrantes obedeciese a los designios de algo que no conseguimos imaginar? ¿y si todo lo mencionado estuviese considerablemente más conectado que lo que aparenta?
Si supieses del Ogzú, como yo, conocerías las respuestas. Ese ente amorfo, incorpóreo, que habita ya hace una cantidad enorme de años en las profundidades de la tierra, que viene reuniendo sus hilachas desperdigadas para llegar a tener el poder prácticamente sin limites que tiene en este momento… Si supieses todo eso no dormirías como el día de hoy. Estoy seguro.
Yo te lo voy a contar todo.
De la pelea de siglos entre el Ogzú y los Akenz, de de qué manera el ente es con la capacidad de regresar al pasado, de cambiar la historia, de realizar fracasar a los socios en Normandía. De la misión de Lóbaroth, que a los veinte años debe recobrar las Alaangs y devolverlas a su pueblo.
Todo lo mencionado pasó hace pocos años, pero cambió mi vida para toda la vida. Y puede cambiar la tuya. Y la de considerablemente más, si bien no se enteren.
Piensa si enserio deseas escucharme.
Entonces no va a haber vuelta atrás.
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