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Luis Sáez Rueda inicia en este libro la ambiciosa labor de enseñar las bases de la crisis que atraviesa Occidente, conectando sus causas sociales y políticas a activas mucho más profundas engastadas en el subsuelo espiritual de la civilización.
La proposición central del creador asegura el ocaso de las potencias creativas que subyacen a la interpretación de todo el mundo y el modus operandi que constituyen el modo perfecto de ser de nuestra civilización. Al tiempo, da cuenta de un nuevo malestar en la civilización, un sentimiento asfixiante en el inconsciente colectivo que se amplía de manera furtiva. Sobre la base de este análisis, Sáez mantiene que el ocaso de Occidente reside en su agenesia (la impotencia de su substrato social y cultural para construirse a sí mismo) y en la necedad que la acompaña (en relación pérdida del autoextrañamiento). Tal estado erial de todo el mundo social y cultural da sitio a un agente patógeno —la autofagia civilizatoria— un fenómeno complejo que propulsa un devenir de la civilización contra sus potencias autocreadoras. La crisis del presente es este paradójico avance involucionista, del que manan nosologías civilizatorias que cobran forma en procesos específicos sociales y políticos. Hay que atravesar desde dentro esta noche del ocaso —acaba manteniendo el creador— a fin de que se hagan situación las luces de aurora que el día de hoy se atisban y que el creador cifra en tres escenciales: el centelleo pro-barroco, el destello del espíritu trágico y los principios de una ética de la lucidez.
La proposición central del creador asegura el ocaso de las potencias creativas que subyacen a la interpretación de todo el mundo y el modus operandi que constituyen el modo perfecto de ser de nuestra civilización. Al tiempo, da cuenta de un nuevo malestar en la civilización, un sentimiento asfixiante en el inconsciente colectivo que se amplía de manera furtiva. Sobre la base de este análisis, Sáez mantiene que el ocaso de Occidente reside en su agenesia (la impotencia de su substrato social y cultural para construirse a sí mismo) y en la necedad que la acompaña (en relación pérdida del autoextrañamiento). Tal estado erial de todo el mundo social y cultural da sitio a un agente patógeno —la autofagia civilizatoria— un fenómeno complejo que propulsa un devenir de la civilización contra sus potencias autocreadoras. La crisis del presente es este paradójico avance involucionista, del que manan nosologías civilizatorias que cobran forma en procesos específicos sociales y políticos. Hay que atravesar desde dentro esta noche del ocaso —acaba manteniendo el creador— a fin de que se hagan situación las luces de aurora que el día de hoy se atisban y que el creador cifra en tres escenciales: el centelleo pro-barroco, el destello del espíritu trágico y los principios de una ética de la lucidez.
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