El misterio de Punta Escondida (Rexcatadores 1)

¡Acción, humor y aventuras!
Primera distribución de una entretenida serie infantil «Los Rexcatadores» firmada por Juan Gómez Jurado, al lado de la sicóloga infantil Bárbara Montes.

Piensa que tus progenitores te mandan a pasar las vacaciones con tus estrambóticos abuelos en una vivienda perdida en un espacio llamado Punta Oculta, lejos de tus amigos y de la Play. No semeja el más destacable plan, ¿verdad?

Piensa en este momento que tu abuela cocina tartas mágicas capaces de hacerte volar por los aires, que tu abuelo tiene un laboratorio lleno de inventos increíbles y que en el desván vive un tipo verde y colosal llamado Rex que, pese a sus terroríficas fauces y su extendida cola, es de lo mucho más cautivador. Eso ahora suena bastante mejor, ¿no?

Y si además de esto conoces a una pequeña un tanto rarita pero muy simpática, y vivís juntos la mayor aventura que nunca hubieses soñado, entonces es posible que estas sean las mejores vacaciones de tu vida...

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«El pueblo de Bahía Calamar parecía sacado de una de esas postales que le mandaban mamá y papá en el momento en que salían de viaje de fin de semana y él se quedaba con la canguro: no muy grande, con calles de piedras y viviendas con testeras pintadas de colorado, amarillo, azul, rosa... Si hubiera una palabra que lo definiese con perfección, esa palabra sería ABURRIDO.

El sendero de la costa no era mucho más que un sendero de tierra, con la playa (colosal, de arena fina y blanca) a un lado y, al otro, un espeso bosque de gigantes robles, hayas y otros muchos géneros de árboles que él no conocía... Quizás tilos y fresnos. Max paseaba pensando en lo poco afortunado que era, en lo bastante que echaba de menos la localidad, a sus amigos y sus juegos para videoconsolas. En lo fantástico que habría sido el verano con todos esos largos días por enfrente para divertirse con la consola en el sofá de su casa, ver la tele y bajar ocasionalmente a la piscina del lujoso bloque de pisos en el que vivía con sus progenitores.

Tan inmerso en esos pensamientos andaba, que no se percató de que alguien le proseguía, escondiéndose entre los árboles...»