El inspector

Ambientada en una pequeña aldea de una Rusia regida por el Zar Nicolás I, "El inspector", cuenta los vaivenes y los desmadres de los pobladores de esa aldea, a los oídos de los que llegó el rumor de la visita de un inspector procedente de San Petersburgo. Con este simple punto de inicio, y en solamente ciento ochenta páginas, Nikolái Gógol es capaz, no solo de representar todos los modelos y concretes de la Rusia Zarista o de encadenar escena hilarante tras escena hilarante, sino asimismo es con la capacidad de dar libertad a su talento y ofrecer una clase magistral de de qué forma hay que tratar la comedia desde el criterio literario.
Anunciado en 1836, "El inspector" es un tratado sobre la sociedad rusa, en la que, sus entresijos, letras y números y figuras preponderantes se ven absurdamente representados por la prosa sarcástica y intensamente hiriente de Gógol.

Pocos autores -escasos, en verdad- tienen la capacidad de llevar a cabo sombra a Nikolái Gógol en el momento de reflejar, usando el humor como procedimiento, las miserias del alma humana. Es mucho más, es muy posible, que Gógol no tenga, en toda la narración de la literatura rusa, parangón en lo que se refiere a maestría en la utilización de la sátira como reflejo y queja.