El fin de la fiesta: Por qué la tauromaquia es un escándalo…y hay que salvarla

Un discutido ensayo sobre la situación de la tauromaquia y su futuro.

La tauromaquia se ha alejado de la sociedad tanto como la sociedad se ha alejado de la tauromaquia. Median entre la una y la otra toda suerte de malentendidos. Es posible que el mucho más polémico sea el político, por el hecho de que se usan los toros como razonamiento de discordia en el caldero identitario. Y es posible que el mucho más insólito sea el medioambiental, ya que no se enseña la hostilidad del ecologismo en el momento en que los toros representan un territorio de salvedad y de conservación excelentes. La crisis de la tauromaquia no es novedosa. Forma una parte de su naturaleza, pero es verdad que la pandemia del coronavirus ha deteriorado y cuestionado la viabilidad del hecho como lo conocemos o como ha subsistido. Los toros precisan un ejercicio de honradez y de transparencia. Otra cuestión es que la tauromaquia represente causas suficientes para escandalizar una sociedad que reniegan de la desaparición, de los ritos. Una sociedad secularizada y aséptica que se confía a héroes eventuales y que abjura de la jerarquía, de la masculinidad y de las manifestaciones creativas extremas. La enorme paradoja es que los toros se perciben como un fenómeno rancio y obsoleto en el momento en que representan la transgresión y la vanguardia.

La causa no está perdida. Es mucho más, los dogmas prohibicionistas, el acoso político y la sublimación de las sociedades incoloras, inodoras y también sosas transforman la tauromaquia en un espacio de resistencia y de irritación que la hacen mucho más interesante que jamás. Los toros ponen a la sociedad enfrente de sus tabúes y sus congojas. De tanto estimar prohibirse y de tanto tratarse con hipocresía, se han transformado en subversivos, si bien jamás dejaron de serlo. Este ensayo ahonda en las causas del desencuentro. Es posible que el título sea crepuscular, pero entre líneas se ofrece un desenlace esperanzador.