El águila y la lambda

Año 256 a.C. Tras prácticamente diez años de guerra, Roma y Cartago se han desangrado mutuamente sin que ninguna logre imponerse precisamente.
Marco Atilio Régulo, recién escogido cónsul, es enviado por el senado a África, a cargo de la mayor flota nunca botada por Roma, con el objetivo de ir conquistando las ciudades que cubren Cartago, estrangular a la ciudad más importante contrincante y terminar al enfrentamiento al fin y al cabo.
Los púnicos, con un ejército muy inferior al de roma y conociendo el prestigio militar de Régulo, se ven forzados a ponerse a cargo de Jantipo, un curtido mesnadero espartano al que confiarán su porvenir. No obstante, los despóticos mandatarios cartagineses, temiendo que en el momento en que se lleve a cabo con el control del ejército, lo utilice para derrocarles, le encargan a Arishat, una hermosa cortesana, que vigile los pasos del espartano