La edad de la duda (Comisario Montalbano 18)

En expresiones del propio creador, en esta distribución no solamente nos adentraremos en la aventura mucho más «marina» del popular comisario siciliano, sino por vez primera va a trabajar codo a codo con una mujer policía...

¡Y qué mujer!

Con las primeras luces del alba, el comisario Salvo Montalbano se lúcida sobresaltado por una pesadilla angustiosa. En ella, la capilla candente de su funeral se instala en su despacho y sus compañeros de trabajo le dan las condolencias por su reciente fallecimiento. Y lo malo es que Livia le comunica que no posee intención de ayudar al entierro, ya que si bien lo ha amado tanto en vida, no puede «desaprovechar esa ocasión». Pero las zozobras íntimas del comisario quedan en background en el momento en que la llegada al puerto de Vigàta de un enigmático velero de mucho lujo coincide con el descubrimiento de un cadáver con el rostro demacrado. Montalbano se pone manos a la obra ypronto se va a ver inmerso en una investigación de muy hondo calado, donde el tráfico de diamantes africanos desempeña un papel primordial.

Esta va a ser la primera oportunidad que el popular comisario va a trabajar con una mujer. La joven teniente Laura Belladonna es de una simpatía irreprimible y una hermosura imantada. Igual que Petrarca, para Montalbano Laura es el «dulce fallo», el deseo jamás consumado, si bien sí correspondido, que lo ubicará cara a cara con su conciencia.

La proverbial lucidez de Salvo no le va a bastar en esta ocasión para librarse de varios de los espectros que lo atenazan, con lo que va a deber asistir en busca de consuelo a la trattoria de Enzo, quizá con mucho más continuidad de la frecuente.

Reseña:
«Camilleri ha desposeído a su héroe de la pesada coraza, lo ha desarmado a traición. Y en ese estado increíblemente vulnerable, melancólicamente solo, el comisario de Vigàta solo puede ocasionar, al terminar la novela, la convulsión del lector.»
La Repubblica