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Este cuadernillo da una introducción a la disforia de género iniciativa por la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5). Además de esto, mira a través de un paseo histórico los conceptos de normalidad y nosología, tal como los de trastorno y patología mental.
La clasificación binaria del sexo (varón o mujer) se conceptualiza desde un criterio biológico en el que el dimorfismo sexual es requisito para la supervivencia de las especies. Esto es, el sexo es la condición de un ser vivo en función de un método biológico de reproducción. No obstante, el planeta mental de los humanos crea la identidad alén de las funcionalidades sexuales supeditadas a la reproducción.
Durante la historia se fué mudando la concepción de normalidad o anormalidad respecto a la conducta sexual. Hoy día la mayoría de los hábitos sexuales no se piensan patológicos. Por consiguiente, la desacuerdo de género, la orientación sexual y la identidad de género no son trastornos mentales.
La CIE-11 y el DSM-5 no piensan el travestismo, la homosexualidad ni la transexualidad trastornos mentales. Los apartados aplicados a trastornos relacionados con la salud sexual se centran en el malestar o padecimiento y no en la identidad.
El DSM-5 asegura que la discordancia de género no es un trastorno mental, la disforia de género hace referencia al malestar clínicamente importante que ciertos individuos tienen la posibilidad de sufrir frente a la incongruencia del sexo natal con el sexo con el que se identifican. El DSM-5 ha incluido la disforia de género no desde un criterio psicopatológico, sino más bien psicológico y solo en el momento en que genera malestar o padecimiento.
La clasificación binaria del sexo (varón o mujer) se conceptualiza desde un criterio biológico en el que el dimorfismo sexual es requisito para la supervivencia de las especies. Esto es, el sexo es la condición de un ser vivo en función de un método biológico de reproducción. No obstante, el planeta mental de los humanos crea la identidad alén de las funcionalidades sexuales supeditadas a la reproducción.
Durante la historia se fué mudando la concepción de normalidad o anormalidad respecto a la conducta sexual. Hoy día la mayoría de los hábitos sexuales no se piensan patológicos. Por consiguiente, la desacuerdo de género, la orientación sexual y la identidad de género no son trastornos mentales.
La CIE-11 y el DSM-5 no piensan el travestismo, la homosexualidad ni la transexualidad trastornos mentales. Los apartados aplicados a trastornos relacionados con la salud sexual se centran en el malestar o padecimiento y no en la identidad.
El DSM-5 asegura que la discordancia de género no es un trastorno mental, la disforia de género hace referencia al malestar clínicamente importante que ciertos individuos tienen la posibilidad de sufrir frente a la incongruencia del sexo natal con el sexo con el que se identifican. El DSM-5 ha incluido la disforia de género no desde un criterio psicopatológico, sino más bien psicológico y solo en el momento en que genera malestar o padecimiento.
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