Dolor país y después…

"Los argentinos vamos a deber, como los delfines, recobrar la aptitud de vivir, a sabiendas de que, por bastante tiempo, no vamos a poder dejar de tener un hemisferio cerebral despierto que nos mantenga, que nos deje entregarnos a la alegría de volver a empezar el sendero de un futuro sin por este motivo ceder nuestra compromiso y el deber que nos cabe. Notificaciones a los peligros externos y también internos que nos hostigan, tenemos la posibilidad de dejarnos, después de tanto mal, el entusiasmo de comunicar el sueño que forma el trasfondo de un emprendimiento que nos deje regresar al país que deseamos".
En el mes de marzo de 2002, Silvia Bleichmar publicó Mal País, resultado de su preocupación por la incidencia de la verdad económica sobre el psiquismo, del saqueo sufrido por el país a manos de sus corporaciones (la financiera y la política), la depredación, que dejó a sus pobladores en estado inerme, melancolizados por su impotencia o desesperanzados por la sepa de respuestas de la clase política a sus reclamos.
El libro fue anunciado al público, en la mitad de un calor agobiante, lo que no impidió que 500 personas escucharan de qué forma quienes lo presentaron recorrían las páginas de un libro mucho más profundo que riguroso cuya virtud era retratar, interrogar y desmenuzar las causas de la crisis y investigar los diferentes elementos sicológicos y éticos de la sociedad, pequeño volumen que se convertiría en emblema de la resistencia.
Silvia Bleichmar acabó de redactar Mal país y después… en el mes de julio de 2007, quince días antes de fallecer. El lector hallará en sus páginas el libro que la autora deseó difundir con el título que ella misma escogió. Incluye, en la sección primera, los episodios de Mal País y en la segunda, sus medites siguientes a 2001, en las que transmite su deber con la transformación, su empuje, su promesa siempre y en todo momento renovada y su fe en la pelea por un futuro mejor.