Diario de un cuentenik

Colorear la aldea
Perdido en el laberinto de estas calles, tratando transcribir por donde caminar, para retomar la iniciativa original de regresar a mi vecindario, atravieso el túnel bajo las vías del tren, y en el momento en que estoy a puntito de salir, una monja en una bicicleta desvencijada, me solicitud por una dirección, un espacio donde obtener un estrafalario objeto para la construcción de una máquina para producir electricidad.
La miro irse y semeja proceder del fondo del túnel, una voz que se mezcla con el sonido arrollador del tren, y transformada en el momento en que llega a mí, en un susurro o un mantra espiritual: Pinta tu aldea.