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“En el espéculo” mucho más que del amor en sí, trata de arrimarse a su negación, a su acción inversa: El desamor, de de qué forma superarlo, de de qué manera enfrentar el temor a una soledad no escogida. Erich Fromm escribió: “Solo la persona que tiene fe en sí puede ser leal a el resto, ya que solo ella puede estar segura de que va a ser más adelante igual a eso que es el día de hoy y, en consecuencia, de que va a sentir y actuará como en este momento espera llevarlo a cabo. La fe en uno mismo es una condición de nuestra aptitud de jurar, y ya que, como afirma Nietzsche, el hombre puede definirse por su aptitud de jurar, la fe pertence a las condiciones de la presencia humana. Lo que importa con relación a el cariño es la fe en nuestro amor, en su aptitud de generar amor en el resto, y en su seguridad.” (“El arte de querer”.)
Toda persona que haya experimentado el cariño sabe de esa fe, de ese deber con su palabra, con sus promesas, de esa seguridad y más que nada de algo que, si bien no se haya citado previamente no ya no es menos esencial: el respeto.
El cariño solo tiene sentido en el momento en que hay una correo entre las partes implicadas. Es un vínculo, un nudo que une a 2 personas siempre y cuando ámbas traten de buscar un equilibrio, una igualdad. Hay que dejar que ese fluído de estados, de experiencias, broten libremente en las dos direcciones, siendo transmisores y receptores al tiempo. Con limite es que nos amen sin prestar nuestro amor a cambio. Debe ser una correo biunívoca la que funda a la pareja, en caso contrario, va a ser un gris y aciago desamor quien irremediablemente se aloje en esa conseguida unión, dejándose ver conforme corrompe sus principios. Y en el momento en que ese desamor penetra sin ser comunicado, se pierde todo equilibrio. La fe, la seguridad, el deber, el respeto, actos que caracterizan al humano, dejan de tener sentido, se desvanecen entre las sombras de la duda, la indecisión, la desconfianza
Toda persona que haya experimentado el cariño sabe de esa fe, de ese deber con su palabra, con sus promesas, de esa seguridad y más que nada de algo que, si bien no se haya citado previamente no ya no es menos esencial: el respeto.
El cariño solo tiene sentido en el momento en que hay una correo entre las partes implicadas. Es un vínculo, un nudo que une a 2 personas siempre y cuando ámbas traten de buscar un equilibrio, una igualdad. Hay que dejar que ese fluído de estados, de experiencias, broten libremente en las dos direcciones, siendo transmisores y receptores al tiempo. Con limite es que nos amen sin prestar nuestro amor a cambio. Debe ser una correo biunívoca la que funda a la pareja, en caso contrario, va a ser un gris y aciago desamor quien irremediablemente se aloje en esa conseguida unión, dejándose ver conforme corrompe sus principios. Y en el momento en que ese desamor penetra sin ser comunicado, se pierde todo equilibrio. La fe, la seguridad, el deber, el respeto, actos que caracterizan al humano, dejan de tener sentido, se desvanecen entre las sombras de la duda, la indecisión, la desconfianza
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