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Un paseo por medio de la narración de México, con relación a sus contrariedades en el aspecto alimenticio.
Del panorama contemplado se tienen la posibilidad de obtener las conclusiones siguientes, en torno a las crisis alimenticias y las subsistencias populares en México:
1. Irregularidades climatológicas, prácticamente permanentes.
2. Una inequitativa distribución de la riqueza nacional, incesante.
3. Escaseces y carestías de modelos básicos, permanentes.
4. Intermediarismo elevado y acaparamiento de artículos básicos, prácticamente permanentes.
5. Presencia del Estado en el control de costes de artículos básicos, prácticamente incesante.
Esto quiere decir que desde los mucho más lejanos tiempos de México, entre las primordiales causas, mas no la única, de sus contingencias alimenticias, ha residido en el veleidoso accionar de una naturaleza que en este país no es lo pródiga que se imaginaron festinadamente ciertos cronistas. En los defectos o excesos del tiempo reside un volumen notable de nuestras desventuras.
Íntimamente relacionado con este aspecto natural se encuentra la perenne injusta distribución del ingreso nacional, en todos y cada uno de los sistemas económicos que han regido en nuestro devenir histórico, puesto que siempre y en todo momento fueron los menesterosos los favoritos chivos expiatorios de las hambrunas, lo mismo en el despotismo-tributario de los aztecas que en la temporada moderna, en el momento en que el individualismo fué atenuado por un Estado que demandó el papel de rector de la economía nacional, con tendencias recesivas al liberalismo primitivo. En todos y cada uno de los recorridos, los poderosos y ricos siempre y en todo momento se reservaron provisiones para capear los funestos temporales y en el momento en que subsistieron las ineludibles consecuencias de las hambrunas, las pestes, estas bien alimentadas minorías, por lo mismo, solamente fueron vulneradas.
Del panorama contemplado se tienen la posibilidad de obtener las conclusiones siguientes, en torno a las crisis alimenticias y las subsistencias populares en México:
1. Irregularidades climatológicas, prácticamente permanentes.
2. Una inequitativa distribución de la riqueza nacional, incesante.
3. Escaseces y carestías de modelos básicos, permanentes.
4. Intermediarismo elevado y acaparamiento de artículos básicos, prácticamente permanentes.
5. Presencia del Estado en el control de costes de artículos básicos, prácticamente incesante.
Esto quiere decir que desde los mucho más lejanos tiempos de México, entre las primordiales causas, mas no la única, de sus contingencias alimenticias, ha residido en el veleidoso accionar de una naturaleza que en este país no es lo pródiga que se imaginaron festinadamente ciertos cronistas. En los defectos o excesos del tiempo reside un volumen notable de nuestras desventuras.
Íntimamente relacionado con este aspecto natural se encuentra la perenne injusta distribución del ingreso nacional, en todos y cada uno de los sistemas económicos que han regido en nuestro devenir histórico, puesto que siempre y en todo momento fueron los menesterosos los favoritos chivos expiatorios de las hambrunas, lo mismo en el despotismo-tributario de los aztecas que en la temporada moderna, en el momento en que el individualismo fué atenuado por un Estado que demandó el papel de rector de la economía nacional, con tendencias recesivas al liberalismo primitivo. En todos y cada uno de los recorridos, los poderosos y ricos siempre y en todo momento se reservaron provisiones para capear los funestos temporales y en el momento en que subsistieron las ineludibles consecuencias de las hambrunas, las pestes, estas bien alimentadas minorías, por lo mismo, solamente fueron vulneradas.
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