EL COSMOPOLITISMO Y LAS GEOGRAFÍAS DE LA LIBERTAD (Cuestiones de antagonismo nº 96)

Se frecuenta invocar la iniciativa de independencia para justificar la acción política. Presidentes estadounidenses tan dispares como Woodrow Wilson, Franklin D. Roosevelt, John F. Kennedy, Ronald Reagan y George W. Bush han cimentado sus políticas en alguna variación del noble ideal de la independencia. No obstante, en la práctica, los proyectos acostumbran a chocar con las situaciones concretas que se dan sobre el lote. Como prueban Abu Ghraib o Guantánamo, la búsqueda de la independencia puede conducir a la crueldad y la opresión mucho más severas, y socavan nuestra fe en las teorías universales del liberalismo, el neoliberalismo y el cosmopolitismo.

Reuniendo sus 2 pasiones, la política y la geografía, David Harvey bosqueja un orden cosmopolita mucho más acorde con una manera emancipatoria de comprender la gobernanza global. En el momento en que los proyectos políticos ignoran la dificultad de la geografía, acostumbran a fracasar. Integrar el comprender geográfico en la formulación de las tácticas políticas y sociales es una condición que se requiere para lograr una democracia auténtica.

Harvey empieza con una aguda crítica de los usos políticos de la independencia, especialmente a lo largo del gobierno de George W. Bush. Ahora, a través de la investigación ontológica de las nociones fundacionales de la geografía –el espacio, el sitio y el medio–, vuelve a construir de una forma extremista el saber geográfico para reelaborar la teoría popular y la acción política sobre novedosas bases. Como Harvey deja meridianamente claro, esa transformación alumbra un cosmopolitismo que está arraigado en la experiencia humana, no en especiales ilusorios, y nos pone en sendero de lograr la liberación que requerimos.