Contra la naturaleza

En muchas etnias y temporadas distintas, se ha considerado a la naturaleza como una fuente de reglas para la conducta humana. La autoridad de la naturaleza fué usada para respaldar o condenar distintas causas.

Desde hace tiempo, los pensadores han insistido en que en la naturaleza no hay valores. La naturaleza, simplemente, es. Transmutar ese "es" en un "debe" comporta un acto humano de imposición o proyección. Intentar transladar valores culturales a la naturaleza y apelar a la autoridad de esta para apuntalarlos es incurrir en una "falacia naturalista" que varios autores, durante la historia, han intentado desterrar. No obstante, persiste la tentación de obtener reglas de la naturaleza.

En esta obra, la autora no quiere efectuar otro intento de terminar con la falacia naturalista, si no entender por qué razón sus precursores han fracasado. Protege que el género de clase que somos ―y no solamente la sensibilidad y la psicología― influye en la razón. Una parte de esta propuesta para ofrecer un modelo de antropología filosófica apoyado en una indagación en la razón humana en vez de en la Razón universal.