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La historia del popular Giro de Italia y las anécdotas que lo acompañan.
En 1909 Italia era un país recién hecho. Entre las ideas mucho más rocambolescas para acabar de cuajarlo fue exactamente el Giro, un desfile de vampiros, saltimbanquis, lunáticas, fascistas, partisanos, piratas y caníbales que pasó rodando desde los Alpes hasta Sicilia frente a la puerta de millones de italianos. Y los unió en torno a la épica, la catástrofe y la comedia del ciclismo.
Como tiende a suceder con los buenos inventos, el Giro fue tachado de hereje desde todos y cada uno de los púlpitos: los socialistas desdeñaban a esos jóvenes que unicamente se interesaban por «realizar el cariño y correr en bicicleta». La prensa del Vaticano escribió que «el velocipedismo es la anarquía aplicada a la locomoción, un intento de denegar las leyes físicas y las del transporte» (cuesta localizar una definición mucho más hermosa y apetecible del ciclismo). A Mussolini lo seducían la modernísima agilidad del automovilismo, la aviación y el esquí, el porte viril de pugilistas y bañistas, la fuerza del fútbol para adoctrinar a las masas, y desdeñaba a los corredores como figuras tristes, flacas y lentas, impropias del hombre nuevo fascista.
Tras Plomo en los bolsillos, su libro sobre el Tour de Francia, Ander Izagirre pedalea en estas páginas con la bicicleta de acero de Bottecchia para transportar una ametralladora por los Alpes y frenar a los austrohúngaros, con la bicicleta galáctica de Francesco Moser para fundir el tiempo. Treme con Charly Gaul y Johan Van der Velde, 2 corredores desnudos que atravesaron tormentas polares y perdieron la cabeza. Sube con Marco Pantani hasta el infierno. Espera a Luigi Malabrocca, que se gana la vida llegando siempre y en todo momento el último. Asiste a las terribles peleas de Gimondi contra Merckx, de Fuente contra Merckx, y a la mucho más tremenda de todas y cada una: la de Merckx contra Merckx. Escucha a Florinda Parenti, que ganó el campeonato de Italia mucho más bien difícil de todos. Se sorprende con Marino Lejarreta, frente al secreto de las montañas que de pronto desaparecen. Prosigue la rueda de Alfonsina Strada, Fiorenzo Magni, Vincenzo Nibali. Y cuenta las andaduras y malandanzas de esos 2, naturalmente, de Gino Bartali y del otro, de qué forma se llamaba, sí, «ese tal Fausto Cappi».
Tras su libro "Plomo en los bolsillos" que cuenta la historia del Tour de Francia, Ander Izagirre nos comenta la historia del Giro de Italia.
SOBRE EL AUTOR
Ander Izagirre pedalea para redactar, pues si no, no le sale. Precisa pedalear los libros, caminarlos o al menos ofrecer saltos por el pasillo para agitar un tanto las ideas. De este modo ha anunciado en esta editorial Plomo en los bolsillos (su libro de historias del Tour de Francia), Cansasuelos (su viaje caminando por los Apeninos) y Los sótanos de todo el mundo (su paseo por las depresiones geográficas mucho más profundas de seis continentes). Nació en Donostia-San Sebastián en 1976 y a los cinco años el gol de Zamora lo lanzó por los aires, de ahí que escribió un Hooligan Ilustrado sobre la Real Sociedad: Mi abuela y diez mucho más. Por el libro Potosí, asimismo anunciado por Libros del K.O., le brindaron el Premio Euskadi de Literatura de 2017 y el English Pen Award de 2018. Esta crónica de las minas bolivianas se tradujo a 4 lenguajes. En 2015 recibió el Premio Europeo de Prensa por un informe sobre crímenes militares en Colombia.
En 1909 Italia era un país recién hecho. Entre las ideas mucho más rocambolescas para acabar de cuajarlo fue exactamente el Giro, un desfile de vampiros, saltimbanquis, lunáticas, fascistas, partisanos, piratas y caníbales que pasó rodando desde los Alpes hasta Sicilia frente a la puerta de millones de italianos. Y los unió en torno a la épica, la catástrofe y la comedia del ciclismo.
Como tiende a suceder con los buenos inventos, el Giro fue tachado de hereje desde todos y cada uno de los púlpitos: los socialistas desdeñaban a esos jóvenes que unicamente se interesaban por «realizar el cariño y correr en bicicleta». La prensa del Vaticano escribió que «el velocipedismo es la anarquía aplicada a la locomoción, un intento de denegar las leyes físicas y las del transporte» (cuesta localizar una definición mucho más hermosa y apetecible del ciclismo). A Mussolini lo seducían la modernísima agilidad del automovilismo, la aviación y el esquí, el porte viril de pugilistas y bañistas, la fuerza del fútbol para adoctrinar a las masas, y desdeñaba a los corredores como figuras tristes, flacas y lentas, impropias del hombre nuevo fascista.
Tras Plomo en los bolsillos, su libro sobre el Tour de Francia, Ander Izagirre pedalea en estas páginas con la bicicleta de acero de Bottecchia para transportar una ametralladora por los Alpes y frenar a los austrohúngaros, con la bicicleta galáctica de Francesco Moser para fundir el tiempo. Treme con Charly Gaul y Johan Van der Velde, 2 corredores desnudos que atravesaron tormentas polares y perdieron la cabeza. Sube con Marco Pantani hasta el infierno. Espera a Luigi Malabrocca, que se gana la vida llegando siempre y en todo momento el último. Asiste a las terribles peleas de Gimondi contra Merckx, de Fuente contra Merckx, y a la mucho más tremenda de todas y cada una: la de Merckx contra Merckx. Escucha a Florinda Parenti, que ganó el campeonato de Italia mucho más bien difícil de todos. Se sorprende con Marino Lejarreta, frente al secreto de las montañas que de pronto desaparecen. Prosigue la rueda de Alfonsina Strada, Fiorenzo Magni, Vincenzo Nibali. Y cuenta las andaduras y malandanzas de esos 2, naturalmente, de Gino Bartali y del otro, de qué forma se llamaba, sí, «ese tal Fausto Cappi».
Tras su libro "Plomo en los bolsillos" que cuenta la historia del Tour de Francia, Ander Izagirre nos comenta la historia del Giro de Italia.
SOBRE EL AUTOR
Ander Izagirre pedalea para redactar, pues si no, no le sale. Precisa pedalear los libros, caminarlos o al menos ofrecer saltos por el pasillo para agitar un tanto las ideas. De este modo ha anunciado en esta editorial Plomo en los bolsillos (su libro de historias del Tour de Francia), Cansasuelos (su viaje caminando por los Apeninos) y Los sótanos de todo el mundo (su paseo por las depresiones geográficas mucho más profundas de seis continentes). Nació en Donostia-San Sebastián en 1976 y a los cinco años el gol de Zamora lo lanzó por los aires, de ahí que escribió un Hooligan Ilustrado sobre la Real Sociedad: Mi abuela y diez mucho más. Por el libro Potosí, asimismo anunciado por Libros del K.O., le brindaron el Premio Euskadi de Literatura de 2017 y el English Pen Award de 2018. Esta crónica de las minas bolivianas se tradujo a 4 lenguajes. En 2015 recibió el Premio Europeo de Prensa por un informe sobre crímenes militares en Colombia.
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