La cita (Panorama de Narrativas nº 1052)

Una novela provocadora, desternillante y también incómoda sobre la identidad nacional, la identidad sexual y el pene de Hitler.

Una muchacha alemana habitante en Londres asiste a la solicitud de su médico, el doctor Seligman. A lo largo de la visita comienza a charlar y prosigue comentando y no para de charlar... El resultado es un torrencial monólogo en el que la muchacha charla sin tapujos mientras que el médico la examina y ella ve solo la parte de arriba de su cabeza.

Conforme avanza el parlamento, el lector va a ir conociendo que el doctor Seligman es judío y que la narradora siente necesidad de sincerarse con él como alemana indignada por de qué forma manejan el pasado sus compatriotas. Esa indignación la llevó a poner tierra por medio, si bien en este momento ha debido regresar por la desaparición de su abuelo. Pero la irritación que siente se prolonga asimismo a su condición de mujer, y su relato aborda también los permisos establecidos, la percepción que tiene de su cuerpo, la fuerza del deseo, sus enfrentamientos con la identidad y la sexualidad o las fantasías que recorren su cabeza. La joven charla asimismo sobre la presencia trascendente de las mamás o sobre las transformaciones físicas entendidas como reparación histórica, y se pierde en inestimables divagaciones a propósito del pan alemán y su relación con el sexo oral o de los estrambóticos usos –asimismo sexuales– de la cola de una ardilla. Y de esta forma, comentando y comentando, se terminará desvelando el auténtico fundamento de su visita médica...

Un debut sin pelos en la lengua, que hace la carcajada al unísono que molesta por su tono vehemente y visceral, no alejadísimo del de Thomas Bernhard, con el que la autora comparte contundencia y mala baba. En La cita, Katharina Volckmer retrata a una muchacha que efectúa un mordaz arreglo de cuentas con la herencia recibida, con su género y consigo misma, y al llevarlo a cabo consigue un artículo de lectura vibrante, de un humor subversivo y negrísimo, que no deja a absolutamente nadie indiferente.