El cielo no puede esperar (Trilogía de la Guerra Sucia nº 1)

¿De qué forma relatar lo impensable? Julio Millares revela la contestación en la estrategia de Henry James: dándole una vuelta de tuerca al horror. El cielo no puede aguardar, ganadora del premio Vargas Llosa en 1998, regresa a contar la crónica de la Escuela de Mecánica de la Armada —Esma, entre los campos de concentración y exterminio a lo largo de la última dictadura militar en Argentina— desde un giro asombroso: haciéndolo desde la visión de los victimarios.
La novela nos encara con tres oficiales y sus distintas reacciones frente al infierno diario de la tortura, las violaciones y el hurto de pequeños. Inspirada libremente en los hilos temáticos de Macbeth, tiene de esa obra el tono de obsesión, de disparidad y de lógica implacable y del teatro la prodigalidad de los diálogos y la predisposición escénica. La brutalidad de los diálogos, que semejan ser dictados por un taquígrafo meticuloso, contrasta con un narrador que escoge poner una distancia poética con los hechos contados por medio de un lenguaje rítmico que experimenta con los límites de la sintaxis. Las situaciones, breves y también profundas, acaban de redondear una inquietante mezcla de presencia y distancia. El resultado es una experiencia literaria tan perturbadora como impresionante.
Esta es la primera de la trilogía de la Guerra Sucia y ficcionaliza hechos reales sucedidos en aquella temporada. En estas novelas la presentación directa de los individuos en acción y en un diálogo directo y sin barreras, es delimitada por un narrador expresivo, rítmico y poético que nos distribución a los individuos desde su interioridad.

Un relato que hace tremer las manos.

Con él Julio Millares ganó el premio Vargas Llosa de novela y el de la gaceta Imaginaria para cuentos infantiles. Vivió en Brasil, Italia, Francia y Suecia y regresó entonces a su país natal, Argentina. Es catedrático en la Capacitad de Artes de la Facultad Nacional de Cuyo.