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María Francisca Díaz Carralero mucho más famosa como La Ciega de Manzanares nace en 1818, quedando a los seis días ciega, perdiendo en sus primeros años de vida a sus progenitores siendo criada por una hermana mayor que ella. Sentada en las inmediaciones de la ventana de la escuela de latinidad de su pueblo oía las enseñanzas que el instructor daba a sus estudiantes y de este modo fue como aprendió hasta el momento en que el instructor la aceptó en sus clases, no logrando mantenerse en exactamente las mismas por el desprecio que los otros chicos tenían hacía ella por vestir humilde traje. Próximamente resaltó por su aptitud de improvisación y visitando las posadas de Manzanares solicitaba píe a los pasajeros que en ellas se hospedaban ganándose de esta forma el dinero para subsistir.
En 1850 viaja a La capital de españa al Instituto de Sordomudos y Ciegos continuando en la ciudad más importante cinco meses recibiendo clases y encomios de sus profesores por la aptitud de estudio y de improvisación poética, resaltando en los exámenes finales.
A lo largo de su estancia en la ciudad más importante era frecuente presentarla en las tertulias y hablas para oír sus improvisaciones, resaltando la conmemorada en la casa del Marqués de Molins, el Sr. Roca de Togores donde dejó admirados a todos y cada uno de los circunstantes por la sencillez y soltura con que improvisó ovillejos, décimas y sonetos. Poner énfasis los encomios de la prensa de los días siguientes a la asamblea que hacían a María Francisca:
Era muy agradable muy sublime la sensación que experimentamos contemplando a esta mujer de tez morocha, de sencillo aspecto, sentada en un muy elegante sillón de terciopelo, del talento, del numen cultivado, centinelas avanzados del talento, representados allí por las certificadas reputaciones de Gallego, Bretón, Vega, Gil y Zárate, Rubí y otros muchos de nuestros primeros vates.
En 1864 empieza un viaje a Andalucía. María afirmaba llorando ¡Granada es hermosa!, yo deseo pisar el suelo de Granada, yo deseo conocer ese edén de las tradiciones, yo deseo charlar con sus versistas y ser hermana de sus versistas, deseo tocar los lauros que refrescan las tumbas de sus genios. En Córdoba se organiza una sesión en su honor en la Academia de Ciencias, Hermosas Letras y Nobles Artes. María logró en ella gala de sus profundos entendimientos de la lengua tradicional saludando a la Empresa con un alegato correctísimo.
Varias personalidades de la temporada charlaban de ella, entre otros muchos George Borrow, Téophile Gautier, Sencillo Lafuente, Alejandro Dumas, Juan Valera, Heriberto García de Quevedo, Carolina Coronado, Rogelia León, Amós Escalante, Jean Hables Davillier, Florencio Moreno, Benito Pérez Galdós…
Este libro recopila 39 poesías de María Francisca, muchas de ellas nuevas.
Nací, y en el nacer quedeme ciega,
y lloré sin comprender mi desventura:
El día de hoy sumida en recuerdos y amargura
solo el plañir mi corazón sosiega.
Su luz, su resplandor el sol me niega
En 1850 viaja a La capital de españa al Instituto de Sordomudos y Ciegos continuando en la ciudad más importante cinco meses recibiendo clases y encomios de sus profesores por la aptitud de estudio y de improvisación poética, resaltando en los exámenes finales.
A lo largo de su estancia en la ciudad más importante era frecuente presentarla en las tertulias y hablas para oír sus improvisaciones, resaltando la conmemorada en la casa del Marqués de Molins, el Sr. Roca de Togores donde dejó admirados a todos y cada uno de los circunstantes por la sencillez y soltura con que improvisó ovillejos, décimas y sonetos. Poner énfasis los encomios de la prensa de los días siguientes a la asamblea que hacían a María Francisca:
Era muy agradable muy sublime la sensación que experimentamos contemplando a esta mujer de tez morocha, de sencillo aspecto, sentada en un muy elegante sillón de terciopelo, del talento, del numen cultivado, centinelas avanzados del talento, representados allí por las certificadas reputaciones de Gallego, Bretón, Vega, Gil y Zárate, Rubí y otros muchos de nuestros primeros vates.
En 1864 empieza un viaje a Andalucía. María afirmaba llorando ¡Granada es hermosa!, yo deseo pisar el suelo de Granada, yo deseo conocer ese edén de las tradiciones, yo deseo charlar con sus versistas y ser hermana de sus versistas, deseo tocar los lauros que refrescan las tumbas de sus genios. En Córdoba se organiza una sesión en su honor en la Academia de Ciencias, Hermosas Letras y Nobles Artes. María logró en ella gala de sus profundos entendimientos de la lengua tradicional saludando a la Empresa con un alegato correctísimo.
Varias personalidades de la temporada charlaban de ella, entre otros muchos George Borrow, Téophile Gautier, Sencillo Lafuente, Alejandro Dumas, Juan Valera, Heriberto García de Quevedo, Carolina Coronado, Rogelia León, Amós Escalante, Jean Hables Davillier, Florencio Moreno, Benito Pérez Galdós…
Este libro recopila 39 poesías de María Francisca, muchas de ellas nuevas.
Nací, y en el nacer quedeme ciega,
y lloré sin comprender mi desventura:
El día de hoy sumida en recuerdos y amargura
solo el plañir mi corazón sosiega.
Su luz, su resplandor el sol me niega
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