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Paulo Freire les charla a los enseñantes sobre los puntos mucho más frágiles de la práctica didáctica, y lo realiza con la solidez y la generosidad que caracterizan su estilo. En oposición a los tabúes que acaban generando instructores enclenques y vacilantes, protege la necesidad de una autoridad que nada debe ver con la insolencia y que, por contra, deja la seguridad del profesor en sus saberes y convicciones y en su aptitud para vincularse con los estudiantes y proponerles otros mundos probables. Las cartas recobran el gusto del diálogo y el valor de la transmisión que aparece de la experiencia.
La imaginación que nos transporta a sueños probables o inviábles siempre y en todo momento es precisa. Resulta necesario alentar la imaginación de los educandos, emplearla en el "diseño" de la escuela con la que ellos sueñan. ¿Por qué razón no poner en práctica en el salón de clase parte de esa escuela? ¿Por qué razón, al debatir la imaginación o los proyectos, no les subrayamos a los educandos los óbices específicos -si bien ciertos sean de momento inmejorables- para la realización de su imaginación? ¿Por qué razón no enfatizar el derecho a imaginar, soñar y batallar por el sueño? Al final de cuenta resulta necesario dejar bien claro que la imaginación no es ejercicio de gente desconectada de la verdad, que vive en el aire. Por contra, al imaginar alguna cosa lo hacemos condicionados exactamente por la carencia de lo preciso. En el momento en que el niño piensa una escuela alegre y libre es por el hecho de que la suya le niega la independencia y la alegría.
La imaginación que nos transporta a sueños probables o inviábles siempre y en todo momento es precisa. Resulta necesario alentar la imaginación de los educandos, emplearla en el "diseño" de la escuela con la que ellos sueñan. ¿Por qué razón no poner en práctica en el salón de clase parte de esa escuela? ¿Por qué razón, al debatir la imaginación o los proyectos, no les subrayamos a los educandos los óbices específicos -si bien ciertos sean de momento inmejorables- para la realización de su imaginación? ¿Por qué razón no enfatizar el derecho a imaginar, soñar y batallar por el sueño? Al final de cuenta resulta necesario dejar bien claro que la imaginación no es ejercicio de gente desconectada de la verdad, que vive en el aire. Por contra, al imaginar alguna cosa lo hacemos condicionados exactamente por la carencia de lo preciso. En el momento en que el niño piensa una escuela alegre y libre es por el hecho de que la suya le niega la independencia y la alegría.
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