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La Psicología Efectiva ha comprobado a nivel científico que son funcionales decenas y decenas de intervenciones para acrecentar el confort psicológico. Entrenar la gratitud, expresando agradecimiento por las vivencias positivas, es un plan avalada por muchas indagaciones científicas que prueban que incrementa el confort, tanto de la persona que agradece, como del receptor de la gratitud. La alegría se amplifica por el hecho de que agradecer deja que nos demos cuenta de las cosas buenas que suceden en la vida.
Este libro está apoyado en nuestra experiencia del creador y se enfoca en un plan llamada visita de gratitud.
Abrimos el grifo todos y cada uno de los días y sale agua ardiente. Un día no sale y maldecimos lo indecible. Nuestro entendimiento se habitúa próximamente a lo bueno. Este desarrollo lleva por nombre adaptación hedonista y provoca que nos habituemos de forma rápida a los hechos positivos. Ciertos estudios han afirmado que la alegría de la gente a las que les ha tocado la lotería es pasajera. Seis meses después vuelven a ser igualmente contentos (o infelices) que eran antes de ser ricos.
Indudablemente hay mil cosas en nuestro día a día por las que tenemos la posibilidad de estar agradecidos, pero pasan desapercibidas pues siempre y en todo momento las tuvimos a nuestro alcance. Apretar un interruptor y tener luz. Sentir sed y abrir un grifo que nos ofrece agua lista para tomar. Reposar en una cama confortable. No pasar frío. Abrir el frigorífico y tener comida. Entrar al conocimiento, al arte o al diversión explorando en la red o prendiendo el TV.
Hay infinitos fundamentos para sentir gratitud: vivir, medrar, estar saludable, poder respirar, caminar, correr, nadar, bailar, saltar, jugar…
Nuestro cuerpo es una maquinaria delicada que nos ofrece múltiples opciones para examinar nuestro ambiente, desde la puerta de casa hasta el último confín de todo el mundo. Los humanos tenemos la posibilidad de desplazarnos, viajar, escalar montañas y descender grutas, andar mares, pilotar aeroplanos y, ciertos pocos agraciados, hasta tripular naves exclusivas. Tenemos la posibilidad de manejar elementos, usar herramientas o hacer cosas que nos dejan vivir mejor. Asimismo el cuerpo nos ofrece información de lo que somos, nos ofrece un cerebro con el que tenemos la posibilidad de tener una conciencia de nosotros, meditar, rememorar nuestra niñez, planear el futuro y hasta volar con la imaginación.
Tenemos la posibilidad de estar agradecidos con lo que nos aportan nuestros sentidos: estar comunicados, charlar, gozar contando historias, tener amigos y poder dialogar con ellos, comprender leer, comprender lo que escribieron otros -aun poder ingresar a eso que pensaban sabios de hace una cantidad enorme de años-, redactar, poder expresar nuestras ideas, almacenar nuestros recuerdos, declarar nuestro amor.
Percibir. Es un prodigio la gama de sonidos que tenemos la posibilidad de oír: sonidos agradables como los de una orquesta, logrando distinguir el sonido del piano o del violín, los matices del ritmo y la armonía
Este libro está apoyado en nuestra experiencia del creador y se enfoca en un plan llamada visita de gratitud.
Abrimos el grifo todos y cada uno de los días y sale agua ardiente. Un día no sale y maldecimos lo indecible. Nuestro entendimiento se habitúa próximamente a lo bueno. Este desarrollo lleva por nombre adaptación hedonista y provoca que nos habituemos de forma rápida a los hechos positivos. Ciertos estudios han afirmado que la alegría de la gente a las que les ha tocado la lotería es pasajera. Seis meses después vuelven a ser igualmente contentos (o infelices) que eran antes de ser ricos.
Indudablemente hay mil cosas en nuestro día a día por las que tenemos la posibilidad de estar agradecidos, pero pasan desapercibidas pues siempre y en todo momento las tuvimos a nuestro alcance. Apretar un interruptor y tener luz. Sentir sed y abrir un grifo que nos ofrece agua lista para tomar. Reposar en una cama confortable. No pasar frío. Abrir el frigorífico y tener comida. Entrar al conocimiento, al arte o al diversión explorando en la red o prendiendo el TV.
Hay infinitos fundamentos para sentir gratitud: vivir, medrar, estar saludable, poder respirar, caminar, correr, nadar, bailar, saltar, jugar…
Nuestro cuerpo es una maquinaria delicada que nos ofrece múltiples opciones para examinar nuestro ambiente, desde la puerta de casa hasta el último confín de todo el mundo. Los humanos tenemos la posibilidad de desplazarnos, viajar, escalar montañas y descender grutas, andar mares, pilotar aeroplanos y, ciertos pocos agraciados, hasta tripular naves exclusivas. Tenemos la posibilidad de manejar elementos, usar herramientas o hacer cosas que nos dejan vivir mejor. Asimismo el cuerpo nos ofrece información de lo que somos, nos ofrece un cerebro con el que tenemos la posibilidad de tener una conciencia de nosotros, meditar, rememorar nuestra niñez, planear el futuro y hasta volar con la imaginación.
Tenemos la posibilidad de estar agradecidos con lo que nos aportan nuestros sentidos: estar comunicados, charlar, gozar contando historias, tener amigos y poder dialogar con ellos, comprender leer, comprender lo que escribieron otros -aun poder ingresar a eso que pensaban sabios de hace una cantidad enorme de años-, redactar, poder expresar nuestras ideas, almacenar nuestros recuerdos, declarar nuestro amor.
Percibir. Es un prodigio la gama de sonidos que tenemos la posibilidad de oír: sonidos agradables como los de una orquesta, logrando distinguir el sonido del piano o del violín, los matices del ritmo y la armonía
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