La caricia perdida: cinco meditaciones sobre la experiencia sensible

¿De qué manera se revela la presencia del Otro en la sensibilidad? ¿Cuál es la relación del Otro con mi cuerpo? ¿Qué temporalidad envuelve nuestra cercanía? ¿De qué modo accedo a mi sentir? ¿Quizá la palabra –como acto de decir– está enraizada en el planeta sensible? No tengo inquietudes respecto de que habito un planeta con el Otro, de que el Otro está ahí, tan a mi alcance como yo a su merced. Mi pregunta es otra. ¿Qué sucede en el momento en que el Otro es su cuerpo? Pero no se habla aquí de que el Otro tenga un cuerpo, o de que yo recoja los signos de su presencia mediada. El interrogante es otra. ¿Qué sucede en el momento en que el Otro es su cuerpo? Ese cuerpo que se aproxima a mí y, por poner un ejemplo, me toca. No el cuerpo extraño que interpreto como un vehículo de pretenciones y pensamientos. […] me refiero al cuerpo extraño que siento en mi cuerpo, una cercanía sin lejanía, y que se confunde conmigo en un abrazo sin distancia. En un abrazo que puede ser su sola mano apoyada en mi espalda una tarde de verano. Y me acaricia.