La botica de Felipe II y las plantas medicinales de El Escorial

La intención de este libro es arrimar, de una manera fácil y accesible, a quienes adoran las plantas a un instante de la crónica de España esencial para el futuro de la medicina, a un enorme rey que, además de esto, era un hombre enfermo y que apoyaba las ciencias médicas, intentando de sacar a la medicina de un estancamiento en el que se encontraba inmersa. Trajo los más destacados doctores actualmente, financió indagaciones y expediciones en pos de plantas, logró que se creara en el monasterio de El Escorial una muy importante botica donde se realizaban recetas originales, ingresó las prácticas alquímicas, logró plantar y proteger indispensables jardines botánicos, reguló los oficios sanitarios... No estuvo en ningún instante extraño al realizar de médicos y boticarios y dio un enorme impulso a las prácticas terapéuticas de la temporada.

De antemano al reinado de Felipe II no existía una Botica Real. Él la creó en 1594 y, antes, las pretensiones reales eran atendidas por boticarios al servicio del rey que disponían de boticas propias. Al generarse, entre 1590 y 1591, la modificación de pesas y medidas de botica se crea una alguna polémica y el rey escoge hacer un lugar que él mismo se ocupará de supervisar y que va a estar atendido por expertos especialistas que van a cobrar de forma directa de los capitales de la Real Cámara. La Botica Real y las directivas que de ella manan tuvieron vigencia a lo largo de mucho más de tres siglos, en el lapso de los que fue tan esencial su predominación, que se puede decir que marcó la mayoría de los hechos que a lo largo de estos años configuraron la narración de la Farmacia.