La Biblia: Primer Libro de los Macabeos (Antiguo Testamento 16-46)

I Macabeos es una vieja obra literaria hebrea incluida en la Septuaginta, pero entonces considerada como un artículo deuterocanónico por los judíos rabínicos y caraítas, por los judíos mesiánicos, y por los cristianos protestantes, anglicanos y restauracionistas. No obstante, este libro fué reconocido como canónico por los católicos, ortodoxos, y los ortodoxos orientales.
I Macabeos relata el intento de helenizar por la fuerza a los judíos, por la parte de Antíoco IV Epífanes, un rey de la dinastía seléucida. Los judíos mucho más leales no se resignan a esta suerte de ingeniería popular, se sublevan y se sublevan, conducidos por Matatías, un adulto mayor líder espiritual.
Los cinco hijos de este se los conoce como Judas, Jonatán, Simón, Juan y Eleazar y próximamente se transforman en actores primordiales de la unificación del pueblo judío en la resistencia contra los invasores helenos.
Opuestamente a los libros históricos precedentes (Tobit, Judit y Ester), I Macabeos no malinterpreta u obscurece de forma voluntaria un hecho histórico pedestre para exaltar la operatividad de Dios a favor del pueblo judío.
El creador, en cambio, toma un hecho histórico real (la Rebelión de los Macabeos), trascendental por sí para la narración de su pueblo en tanto que se lo considera la primera revolución nacionalista hebrea, y lo detalla de modo bastante ecuánime y con suma objetividad. Esto transforma a I Macabeos en un archivo histórico muy estimable, si bien en ciertos pasajes se aprecia el cariño con que el creador trata a los individuos que lo protagonizan, e inclusive se emociona con las nobles luchas que está relatando.
El libro exhibe un respeto por la fe y la piedad. Tanto es de esta manera, que no se atreve a llamar a Dios por su nombre propio (Yahveh) o sencillamente llamarlo «Señor», prefiriendo mentarlo como «Cielo».
Varias ocasiones los combatientes apelan a la oración para acrecentar su fuerza, y patentizan una inalterable seguridad en que Dios va a prestar su contribuye a quienes dan su sangre en la pelea por la causa de Israel.
En el momento en que los Macabeos triunfan, el creador bíblico asigna este éxito al acompañamiento y la asistencia que Dios les ha prestado.