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El mucho más popular de los galos (por enfrente de Vercingétorix, ¡se siente por la Historia!) debe parte de su gloria a los romanos. Sin estos excelentes contrincantes, Astérix no habría vivido tan enormes y apasionantes aventuras.
No obstante, los romanos charlaban latín, cosa que no se les escapó a los autores de Astérix, que han sembrado sus historias de citas habitualmente firmadas por los mucho más enormes versistas de la Roma vieja.
Con el absoluto acompañamiento de Julio César, y la cooperación del pirata latinista Patapalo, esta obra ofrece una interesante explicación de esas citas, con el humor de Astérix y el respeto hacia el latín por bandera.
Así, seguidores de Astérix de todas y cada una de las edades, curiosos y fanáticos de la lengua, «sapere audete», «atreveos a entender», como afirmaban Horacio y Kant (si bien no al tiempo). Y «mementote ridere», «no les olvidéis de reír», como podría haber dicho Goscinny.
No obstante, los romanos charlaban latín, cosa que no se les escapó a los autores de Astérix, que han sembrado sus historias de citas habitualmente firmadas por los mucho más enormes versistas de la Roma vieja.
Con el absoluto acompañamiento de Julio César, y la cooperación del pirata latinista Patapalo, esta obra ofrece una interesante explicación de esas citas, con el humor de Astérix y el respeto hacia el latín por bandera.
Así, seguidores de Astérix de todas y cada una de las edades, curiosos y fanáticos de la lengua, «sapere audete», «atreveos a entender», como afirmaban Horacio y Kant (si bien no al tiempo). Y «mementote ridere», «no les olvidéis de reír», como podría haber dicho Goscinny.
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