El arte de ensoñar (Nagual)

«Don Juan», redacta Carlos Castaneda en el prólogo, «era un mediador entre el planeta natural de la vida día tras día y el planeta invisible, uno que él no llamaba lo sobrehumano, sino más bien la segunda atención. Su labor de profesor fue hacerme alcanzable esta configuración. En mis trabajos anteriores he descrito sus métodos de enseñanza, exactamente la misma las prácticas que me logró entrenar, la más esencial de las que fue, indudablemente, el arte de ensoñar. Don Juan mantenía que nuestro planeta, que suponemos ser único y absoluto, es únicamente un planeta en un conjunto de mundos sucesivos, los que están organizados como las capas de una cebolla. Si bien fuimos condicionados para sentir únicamente nuestro planeta, ciertamente poseemos la aptitud de ingresar en otros, que son tan reales, únicos absolutos y absorbentes como el nuestro».

Don Juan Matus definió el ensueño manifestando que era el acto de usar los sueños normales como puertas de entrada que lleva a la conciencia humana hacia otros campos de la percepción.

Esta definición implicaba, para él, que los sueños recurrentes podías ser utilizados como una escotilla que guiaba la percepción hacia otras zonas de energía, diferente de la de todo el mundo de la vida diaria y, no obstante, demasiado afín a esta en su núcleo básico.

El resultado implicaba la percepción de mundos reales en los que se podía vivir o fallecer, mundos impresionantemente diferentes del nuestro y, al tiempo, demasiado afines.

Carlos Castaneda publicó 12 libros sobre sus vivencias de antropólogo en el planeta del chamanismo clásico, que han alcanzado una excepcional y también ininterrumpida influencia mundial, con millones de ejemplares vendidos, que lo transforman en un destacadísimo fenómeno cultural del nuestro tiempo. No en balde “sus concepciones pavimentan la dirección de la futura evolución de la conciencia humana”.