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En el momento en que nos sentamos en una mesa de gabinete a comprobar material arqueológico o tendemos una cuerda para definir una unidad de excavación, nos encontramos escribiendo una exclusiva página del enorme libro de la arqueología, aquella ciencia popular, especialidad fáctica o “brazo” de la antropología –como mejor deseen mejor expresarlo– que se dedica al estudio de la producción material, herencia de nuestras sociedades precursoras.
Hago el presente preámbulo, ya que siento preciso comunicar la experiencia personal, sobre la suma implicancia y mayor importancia de lo que representa para mí la profesión arqueológica. De la compromiso que recae sobre todos nosotros, al interpretar los vestigios dejados por las sociedades que nos antecedieron y que significan nuestra materia de estudio. Es de esta forma, que un pequeño “tiesto” de alfarería, una minúscula lasca de obsidiana o una exhibe común de material malacológico, se transforman para nosotros, mucho más que un fácil apunte, en una sección perennizada en el tiempo de la crónica de estas sociedades.
Mencionado lo anterior, es que me animé a la culminación del presente ensayo, en donde quizá se afirmará hay bastante de lo descrito en otras publicaciones y por otros autores, pero que sentí la necesidad profesional de compilarlas en un mismo artículo, puesto la epistemología fundamenta una gran parte de su carácter científico en el “orden” y si no conocemos sobre cuestiones tan básicas, como cuáles son los objetivos de la arqueología o sus principios elementales, entonces las directivas aún no fué establecidas completamente, más allá de tener un procedimiento y metodología precisamente establecidas.
Es por eso mismo, que muchas veces confundimos como es nuestro “objeto” con nuestras “fuentes” de estudio, que mucho más adelante van a ser desarrollados y en el peor caso el procedimiento con la metodología. Tomar en consideración dicho ordenamiento es trascendental ya que sobre esta base es donde se estructuran y desarrollan los nuevos “modelos” y “corrientes” teóricas.
Para finiquitar, solo abro una página de este libro, que espero logre complementarse y afinarse más adelante, puesto que en disciplinas científicas con permisos cualitativos, como la nuestra, no hay verdades absolutas, empero sí es esencial comprender y desarrollar sobre nuestros principios, para comprender hacia dónde nos nos encontramos dirigiendo…
Hago el presente preámbulo, ya que siento preciso comunicar la experiencia personal, sobre la suma implicancia y mayor importancia de lo que representa para mí la profesión arqueológica. De la compromiso que recae sobre todos nosotros, al interpretar los vestigios dejados por las sociedades que nos antecedieron y que significan nuestra materia de estudio. Es de esta forma, que un pequeño “tiesto” de alfarería, una minúscula lasca de obsidiana o una exhibe común de material malacológico, se transforman para nosotros, mucho más que un fácil apunte, en una sección perennizada en el tiempo de la crónica de estas sociedades.
Mencionado lo anterior, es que me animé a la culminación del presente ensayo, en donde quizá se afirmará hay bastante de lo descrito en otras publicaciones y por otros autores, pero que sentí la necesidad profesional de compilarlas en un mismo artículo, puesto la epistemología fundamenta una gran parte de su carácter científico en el “orden” y si no conocemos sobre cuestiones tan básicas, como cuáles son los objetivos de la arqueología o sus principios elementales, entonces las directivas aún no fué establecidas completamente, más allá de tener un procedimiento y metodología precisamente establecidas.
Es por eso mismo, que muchas veces confundimos como es nuestro “objeto” con nuestras “fuentes” de estudio, que mucho más adelante van a ser desarrollados y en el peor caso el procedimiento con la metodología. Tomar en consideración dicho ordenamiento es trascendental ya que sobre esta base es donde se estructuran y desarrollan los nuevos “modelos” y “corrientes” teóricas.
Para finiquitar, solo abro una página de este libro, que espero logre complementarse y afinarse más adelante, puesto que en disciplinas científicas con permisos cualitativos, como la nuestra, no hay verdades absolutas, empero sí es esencial comprender y desarrollar sobre nuestros principios, para comprender hacia dónde nos nos encontramos dirigiendo…
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