La apreciación estética de la naturaleza (La balsa de la Medusa nº 194)

La apreciación estética de la naturaleza está dotada de una independencia negada a la apreciación artística: frente el planeta natural somos libres para enmarcar los elementos como nos plazca, para adoptar cualquier situación o movimiento, de cualquier forma, cualquier ocasión del día o de la noche, en cualquier persona que sean las condiciones atmosféricas, y de emplear cualquier modalidad sensible, sin por este motivo incurrir en el fallo de malinterpretarla. Ningún aspecto aparente o cualidad, composición interior o exterior, percibida a cualquier distancia y en cualquier dirección, se considera sin importancia en su apreciación estética. Y lo mismo es verdadero, mutatis mutandis, para las otras formas sensibles, en la medida en que la percepción de gusto, fragancia, textura, movimiento, presión y calor caen en las fronteras de la estética.


La apreciación estética de la naturaleza es una contribución primordial al estudio de la estética de la naturaleza, entre los focos centrales de reflexión filosófica en las últimas décadas, que puso de relieve su autonomía respecto de la filosofía del arte. El libro tiene dentro 4 ensayos sobre los primordiales temas de la estética de la naturaleza, que tienen dentro, entre otros muchos temas, de qué manera debe comprenderse la apreciación estética de la naturaleza, la relación del conocimiento científico con la experiencia estética y la objetividad de los juicios estéticos sobre la naturaleza.
Malcolm Budd examina en un inicio qué debe de comprenderse por naturaleza -donde incluye tanto elementos y panoramas como procesos y fenómenos naturales- y exactamente en qué radica su apreciación estética. Protege el carácter concreto de esta apreciación de la naturaleza como naturaleza, el relativismo y la independencia que la caracterizan. Budd examina el pensamiento de Immanuel Kant, considerado como la mayor contribución filosófica al tema, y las primordiales corrientes contemporáneas en ese campo.