La Anunciación a María (Literaria nº 21)

Al unísono despiadado y religiosa, simbolista y romántica, poética y verdadera, La Anunciación a María es probablemente la obra mucho más simbólica y habitual de su creador. Claudel trabajó sobre ella a lo largo de mucho más de veinte años, despojándola de toda oratoria y transformándola en una parte fraguada lenta y detalladamente, donde todo signo reenvía alén de la palabra misma.
Violaine, la chavala bella y feliz, Pierre de Craon, el genio constructor y débil, Anne Vercors, el padre sabio y lejano estos y otros individuos se graban en la memoria del lector en una obra llena de fuerza y poesía. Un drama "al unísono humano y sobrehumano" que, en expresiones del creador, es "representación de todas y cada una de las pasiones humanas incorporadas en el chato católico".
"En un tiempo habituado a amores con raíces bastante menos profundas, esta obra es principalmente la convidación a un sendero cuya extensión temporal no puede ser menos que la de siempre" (del prólogo de Alicia Saliva).