Mi amada señorita Angel

Un ángel y un demonio. 2 opuestos que se cruzan. 2 opuestos que no dejan de atraerse, de insinuarse, de buscarse. A la noche, el ángel asimismo es demonio. De día, el demonio se viste de ángel.
Uno escapa, y el otro persigue.
Hasta el momento en que se alcanzan.

Angel en una acomodada señorita de Londres. Está por ingresar a su tercera temporada, lo que, para su madre, es una desgracia. Si no logra casarse próximamente, va a quedar como una solterona sin antídoto. Piensa, la madre, que es por el peinado de rizos rebeldes de Angel o por la timidez o por la ropa que utiliza que los hombres no se le aproximan.

Angel, en misterio, tal y como si el demonio la llamara, todas y cada una de las noches asiste a un club privado llamado “Inferno”. Todos tienen que ir disfrazados, los nombres de cada uno de ellos son misterios, los bailes menos pudorosos están tolerados, las damas abordan a los caballeros. Allí Angel se convierte en una atractiva mujer de voz sensual, de ojos enigmáticos, de pelo recogido. Allí ella se encuentra con el dueño del club, Demonio, que no es otro que el duque de Hamilton.

En el momento en que el duque, atormentado, solicita la mano de Angel considera que está comprometiéndose con la joven desgalichada de peinado estrafalario a quien engaña con la dama enigmática que lo abordó en Inferno. No sabe que ámbas son exactamente la misma persona. No sabe que ángel y demonio tienen la posibilidad de, asimismo, ser uno.

Laura A. López nos trae una exquisita historia, llena de humor y de embrollos, llena de candidez y atrevimiento. Una novela donde los individuos aprenden a descubrirse alén de apariencias y prejuicios.