Calles y otros relatos

En parte comedias, en parte desgracias, las historias de Stephen Dixon retratan el costado menos usual y mucho más inquietante de la naturaleza humana. Una escena diaria, como un hombre en la parada del colectivo observando a una pareja, o algún hecho violento y traumático que pone al lector en estado de alarma desde un principio, como un tolerante al que tienen que amputarle una pierna, se marchan desovillando durante la narración hasta un absurdo prácticamente kafkiano, develando individuos que tienen la capacidad tanto de los actos mucho más indiferentes y brutales como de los movimientos mucho más tiernos y enternecedores, en un planeta siempre y en todo momento identificable y de forma frecuente familiar.
Con métodos que lo emparentan tanto con Thomas Pynchon, como con Georges Perec o Italo Calvino, y un humor irónico y filoso en la línea de Jerry Seinfeld o Woody Allen, Dixon crea una prosa de estilo único para examinar, en resumen, la vida sensible de los hombres en tiempos horribles.
Hete aquí entre los escritores estadounidenses mucho más fecundos y admirados, traducido por vez primera al español. De los mejores bienes ocultos de la literatura de norteamérica.