Muerte de un bróker

En torno a la enigmática muerte de un bróker en Ronda, Lola Vega teje una trama con su personaje Mariela, una periodista que se deja enganchar por el secreto de la región. La narración corre al cargo de la personaje principal quien, al procurar aclarar las situaciones de la desaparición de Rubén, conoce a su ambiente y se llega a conquistar y obsesionar por este: «Entonces, le quité la remera y fui  dibujando, con su florete, pequeñas esferas en su espalda, donde había minúsculas zonas erizadas, células que subían y bajaban  hacia la puntita del instrumento...»

Hasta entonces Mariela se encara al relato de su vida. Conducida de manera poética y como una investigación periodística. Con sus callejones sin salida y sus pistas falsas, esta novela es un precioso canto al amor obsesivo, donde la cazadora se transforma en presa: «... Creí que me iba a matar. Yo asimismo se encontraba trastornada. Una luna enorme, un trozo naranja, alumbraba las tripas de la tierra de abajo. Sus manos parecían garras, aprisionando a la presa, sin dejarla respirar. Apartó una silla, que tapaba el vacío, con brutalidad. Me mostró las escaleras cortadas en pico que conocía y empecé a sentir un vértigo metálico que me inmovilizaba las piernas. Se encontraba tremiendo…»

Sueños y realidades. Seguidora del género negro, Lola Vega engancha al lector con su crónica que envuelve al personaje de Mariela y a la localidad de Arunda (Ronda).

«Un libro extraño y adictivo. Hay cadáver, hay intriga, pero hay un planeta poético que oscila bajo los individuos. La autora transporta de la mano a la personaje principal hacia el vértigo y la obsesión bajo el aspecto del periodismo de investigación.»
Carlos Conde, crítico literario. Nos encontramos en la calle